El gran interrogante sobre qué ocurrirá en Cuba cuando se instaure el nuevo Parlamento, el próximo domingo, y si habrá cambios o no, comenzó a ser despejado ayer con el anuncio de Fidel Castro. Todo indica que Raúl, al renunciar su hermano, será el próximo jefe del Estado, y que podría ser propuesta una modificación de la ley fundamental para que la jefatura del Gobierno recayera en otra persona. Y se habla de Carlos Lage, secretario del Consejo de Estado y una de las figuras más próximas al líder venezolano, Hugo Chávez. Venezuela es el principal sostén económico de Cuba, y Lage habló recientemente de dos presidentes en Cuba: Fidel y Chávez.

También se especula con que Raúl entregará el Ministerio de las Fuerzas Armadas al actual titular de la cartera de Interior, Abelardo Colomé Ibarra, uno de sus hombres más cercanos, cuyo rasgo más característico ha sido la fidelidad a los dos hermanos. De las figuras históricas, en activo solo quedaría además Ramiro Valdez, un comandante de la revolución que también estuvo mucho tiempo al frente de Interior. Hombre cercano a Raúl, desde que se anunciara el retiro temporal de Fidel se le ve más en actos públicos.

Pero más allá del movimiento de figuras, lo decisivo será si finalmente el Parlamento se pronuncia por efectuar los cambios que el país requiere. Dicho por el propio Fidel ayer, "se deben adoptar acuerdos importantes para el destino del país".

Para impulsar estos cambios, que van desde más y mayores libertades individuales hasta transformaciones económicas, Raúl se vale del consenso que obtuvo con los debates desarrollados en centros de trabajo, organizaciones políticas y demás en torno a su discurso del 26 de julio pasado. Las preguntas que se hacen todos son dos: hasta dónde está dispuesta a llegar la dirección del país, y si estos cambios no pueden terminar en un efecto dominó que signifique el fin de la revolución.