Las calles del centro de la capital de Panamá se convirtieron ayer de nuevo en campo de batalla entre obreros de la construcción y la policía antidisturbios, que los dispersó con gases lacrimógenos y detenciones indiscriminadas. Tanto las autoridades como los dirigentes sindicales instaron a evitar "situaciones de violencia", tras cuatro días de protestas por el coste de la vida y para pedir seguridad para la construcción. La violencia se desató el martes, cuando un líder sindical murió de un disparo de la policía por la espalda. Las calles se quedaron ayer vacías mientras el Gobierno, el empresariado y el Sindicato Unico de Trabajadores de la Construcción y Similares negociaban.