Entre una lluvia de papelitos y bañada por la luz de los reflectores, Cristina Fernández de Kirchner debutó como presidenta electa con un mensaje conciliador. Mientras debajo del escenario los simpatizantes lanzaban invectivas contra "la gorda", por su rival, Elisa Carrió, y le reclamaban "luchar por la liberación", ella se vistió en la noche triunfal el traje de la estadista moderada. "Quiero convocar a todos, a los que nos han votado y a los que no", dijo. La ganadora de los comicios con el 44,9% de los sufragios llamó a un diálogo "sin rencores ni odios". "Quiero también tenderles la mano a quienes nos agraviaron", dijo. El mensaje se diferenció, al menos ayer, del lenguaje de barricada de su esposo, el presidente en funciones Néstor Kirchner.

En opinión de Cristina, el país necesita una "concertación plural" que "profundice los cambios" iniciados en el 2003 con su esposo. Su Gobierno, aseguró, necesitará "sumar argentinos y argentinas cualquiera que sea su color político".

La verba "blanda y generosa" de Cristina, según el diario Clarín, puede tener un fundamento programático. Pero también hay una razón realista: el 55% de los argentinos prefirieron el domingo las diversas ofertas de los candidatos opositores, todos peleados entre sí.

ANTIPATIA Cristina fue la clara vencedora, a 21 puntos de distancia de Carrió. Pero obtuvo menos votos que Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando de la Rúa cuando accedieron a la presidencia. Solo Kirchner está por debajo, con el 22% de los votos. Aunque la senadora gobernará con mayoría en las dos cámaras del Congreso, ya advirtió de que no puede subestimar la antipatía que despierta su figura en las principales ciudades del país. Carrió logró el 37% de los sufragios en la capital, casi 14 puntos más que Cristina.

A contramano del mensaje "amigable" de la presidenta electa, Alberto Fernández, el jefe de Gabinete de Kirchner, mostró su queja por el resultado capitalino y pidió a los "porteños" --como se llama a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires-- que "dejen de votar y pensar como si vivieran en una isla" y "sean parte de un país".

El 44% conseguido por Cristina se explica también porque el peronismo ortodoxo, más volcado a la derecha, presentó a su propio candidato, Alberto Rodríguez Saa, que quedó en cuarto lugar con el 7,7% de los votos.

DIVERSOS APOYOS Las razones de la victoria de la primera dama hay que encontrarlas en el apoyo de las atrasadas regiones del norte, y sobre todo de los sectores sociales más castigados de la provincia de Buenos Aires, donde se concentra casi el 40% del padrón nacional. Allí, el Gobierno tejió una alianza con los barones del peronismo bonaerense. Y esa relación, pese a sus costos, tiene enormes réditos.

De la mano de Cristina, y tal vez sin habérselo propuesto, los electores volvieron a dividirse, como ya sucedió en los tiempos de las profundas antinomias. El voto de los pobres, que siempre ha sido peronista, se lo llevó ella. También una parte de la izquierda y del radicalismo.

La clase alta, y buena parte de la media, votó crispada contra la primera mujer electa de la historia argentina a causa de la inflación, la inseguridad callejera y los casos de corrupción. A ellos se dirigió especialmente Cristina ayer. Y es que sabe que será sencillo seducirlos.