Jueves negro para Nicolas Sarkozy. El mismo día que el Elíseo confirmaba el divorcio de la pareja presidencial, los sindicatos desafiaban al jefe del Estado paralizando el transporte ferroviario en toda Francia. El seguimiento de la huelga contra la reforma de los regímenes especiales de las jubilaciones fue masivo. La actitud del Gobierno, que ayer sostuvo que no piensa dar marcha atrás, recrudeció el conflicto con los agentes sociales, que llamaron a prolongar el paro durante la mañana de hoy.

La demostración de fuerza de los sindicatos se tradujo en estaciones de cercanías cerradas, líneas de metro paralizadas y la mayoría de las comunicaciones ferroviarias del país suspendidas. Aunque en menor medida, el paro afectó también a las comunicaciones internacionales. El tráfico con España quedó afectado con la supresión de siete trenes Talgo de largo recorrido. Según fuentes oficiales, la huelga fue seguida por el 73,5% de los 500.000 trabajadores afectados por la reforma. Eso implica una movilización mayor que la de 1995, cuando los huelguistas obligaron a dar marcha atrás al plan de reforma de Alain Juppé.

MENOS MANIFESTANTES Menos éxito tuvo en otros sectores, donde solo una parte de los sindicatos habían llamado a la movilización. En la educación el seguimiento fue de un 10% y en las empresas públicas de energía, del 40%. En la televisión pública apenas hubo incidencias. En cambio, la Opera Nacional y la Comédie Française cerraron sus puertas. A la hora de manifestarse en la calle, el apoyo de los franceses a los empleados del ferrocarril no fue equivalente a la magnitud del paro. Entre 21.000 y 25.000 personas desfilaron en París, y 15.000 en Marsella.

El Gobierno confía en tener a la opinión pública de su lado. Según las encuestas, el 60% de los franceses apoyan la política de reformas de Sarkozy. A diferencia de las pruebas de ADN para los inmigrantes que pidan la reagrupación familiar, que no formaba parte del programa de Sarkozy, la reducción, cuando no supresión, de los privilegios de los funcionarios es uno de los ejes de las promesas del líder de la UMP en la campaña electoral.

MAS BICIS QUE NUNCA Así las cosas, el margen de negociación que deja abierto el Gobierno es más bien escaso. El ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, se mostró dispuesto a discutir con los sindicatos, pero juzgó innegociable el punto central de la reforma, que consiste en permitir la jubilación a partir de 40 años de cotización, y no de los 37 actuales. Los sindicatos ya han anunciado que, si no hay acuerdo sobre este punto, la semana que viene convocarán nuevas movilizaciones. Conscientes de que "24 horas no son suficientes para que el Gobierno dé marcha atrás", los sindicatos quisieron ayer lanzar un mensaje de aviso.

De hecho, pese a la grave perturbación del tráfico, la huelga no paralizó todo el país. El tráfico aéreo, los comercios y las empresas privadas mantuvieron su actividad. En París muchos trabajadores recurrieron a transportes alternativos, desde la bicicleta a los patines. Los usuarios del servicio municipal de alquiler de bicicletas fueron el doble que un día normal. También tuvo éxito una empresa que ofrece un servicio de taxi en moto.

COLAPSO CONTROLADO El resultado fue que el colapso de circulación fue menor del esperado en París. Los ciudadanos que tomaron el coche madrugaron para llegar a tiempo al trabajo, de forma que los mayores problemas se registraron a primera hora de la mañana. A partir de las nueve, la circulación era normal. Pero todo indica que el pulso de los sindicatos no ha hecho más que empezar.