La población iraquí lleva cuatro años sufriendo las consecuencias de la aventura belicista del presidente de EEUU, George Bush, y sus aliados, planeada bajo falsos pretextos. Hoy, muchos iraquíes abrazan a sus familiares antes de salir de casa, aunque solo sea para comprar el pan a la vuelta de la esquina, porque no saben si volverán con vida. Por el camino pueden ser víctimas de un coche bomba, del fuego cruzado, de la violencia sectaria que mata a diario de forma indiscriminada a sunís y chiís, o de mafias que se dedican al secuestro y la extorsión.

Una encuesta hecha pública ayer muestra el sentir de una población cada vez más hastiada, presa del pánico, la depresión y la angustia, que desconfía de las fuerzas de ocupación y de sus propios líderes políticos. Es más, cada vez son más los que añoran el régimen del fallecido tirano Sadam Husein. Los resultados, comparados con otro trabajo similar llevado a cabo a finales del 2005, demuestran que entre la población civil cunde el pesimismo y la desesperanza.

POR ENCARGO El sondeo fue elaborado por la firma de EEUU D3 System por encargo de cinco prestigiosos medios de comunicación occidentales, la BBC británica, la televisión alemana ARD, la estadounidense ABC y el diario USA Today . Un centenar de encuestadores iraquíes entrevistaron a unos 2.200 civiles de 450 barrios y poblaciones del país.

En la muestra, las tropas de ocupación son las que salen peor paradas. Más de 80% de los encuestados desconfían de los soldados extranjeros, a los que acusan además de haber contribuido a empeorar la situación de inseguridad. Más de la mitad (un 51%) cree justificados los ataques armados contra las fuerzas de la coalición, frente al 17% de hace tres años. Sin embargo, la mayoría no desea que los soldados estadounidenses se retiren de forma inmediata, sino cuando haya mejorado la seguridad.

La vasta operación militar puesta en marcha en Bagdad hace tres semanas, en la que fuerzas combinadas estadounidenses e iraquíes rastrean barrio por barrio, ha conseguido reducir la violencia sectaria, aunque ayer una bomba mató a ocho civiles en una mezquita chií. En Kirkuk, la explosión de varios artefactos mató a 15 personas.

En la actual situación de caos y desgobierno, la salida precipitada de la potente maquinaria militar de EEUU debilitaría aún más al Gobierno iraquí y permitiría a los grupos extremistas, como Al Qaeda, organizaciones afines y las milicias chiís, actuar con mayor libertad y menor presión, según algunos analistas. Pese a todo, la mayoría de los encuestados no creen que Irak esté sumido en una guerra civil.

El 53% critica la gestión de Gobierno de Bagdad, dirigido por el chií Nuri al Maliki, al que reprochan su falta de poder de decisión. Casi el 60% asegura que es Washington quien controla el país y un porcentaje similar estima que la ejecución, en diciembre, de Sadam Husein es un obstáculo a la reconciliación.

Tan solo el 26% de los entrevistados se sienten "muy seguros" en sus barrios, mientras más de la mitad admiten que han reducido sus actividades cotidianas. Ayer en Estambul, donde se celebra una conferencia de donantes para Irak, el ministro iraquí de Cooperación para el Desarrollo, Alí Ghabib Baban, instó a la comunidad internacional a cumplir sus compromisos económicos con el país árabe.