Nada sería igual si el 11-S no hubiera ocurrido y si las televisiones no emitieran en directo 24 horas al día. Pero ambas cosas son realidad, y ayer lo que podía haber sido un susto de 15 minutos para unos centenares de personas evacuadas de la Casa Blanca, el Capitolio, el Tribunal Supremo y algunos otros edificios federales en Washington D.C. se convirtió en el recordatorio de una pesadilla.

Fue alrededor del mediodía cuando en la CNN la corresponsal en la Casa Blanca, Suzanne Malveaux, empezó a contar que los periodistas estaban siendo evacuados de allí. Su relato incluía las palabras que le acababa de espetar un agente del servicio secreto dominado por algo que no sonaba precisamente a calma. "Esto no es broma, corra, abandone el terreno".

"La policía me dijo ´salga de aquí´, así que corrí. No hay bromas en este tipo de cosas", explicó el senador republicano Richard Shelby. Sarah Little, una ayudante del senador Pat Roberts, aseguró que en las oficinas del Congreso se recibió un mensaje alertando sobre "una amenaza aérea inminente".

No era la primera vez que un avión violaba el espacio aéreo restringido en la capital tras el 11-S, e incluso ocurrió en el funeral de Ronald Reagan, cuando el avión del gobernador de Kentucky violó ese espacio. Pero ni entonces ni en ocasiones similares habían despegado aeronaves militares para controlarlos. Ayer, dos F-16 y un Black Hawk rodearon a la pequeña aeronave. La CNN aseguró que hicieron disparos de aviso.

La tensión seguía escalando, pero en los platós, afortunadamente, nadie se lanzaba a pronunciar la palabra más temida: terrorismo. Muchos debieron dar gracias a su contención: poco después bajó el nivel de alerta y se permitía a todo el mundo el regreso a los edificios evacuados. Las imágenes que poco después llegaban desde el aeropuerto de Frederick, en Maryland, ayudaban a la relajación: el avión de un motor que había llegado a estar a menos de cinco kilómetros de la Casa Blanca parecía casi de juguete y su piloto, con pantalones cortos y esposado, despertaba casi compasión.

Una rueda de prensa del portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, sirvió para aclarar lo ocurrido. El presidente Bush no estuvo en peligro. Estaba dando un paseo en bicicleta en el Centro de Investigación de Vida Salvaje Patuxent, en Maryland.

La incógnita

La intervención de McCellan sirvió también para reforzar las denuncias de quienes creen que en EEUU se ha creado un estado de paranoia o, por usar las palabras de un portavoz del Departamento de Seguridad Interior, "abundancia de precaución". A McClellan se le preguntó a cuánto estuvieron los F16 de disparar a la pequeña aeronave. Una parte de su respuesta infunde calma: había "protocolos en funcionamiento". La otra parte asusta casi más que el incidente en sí: "No estoy seguro de si llegó a ese punto".

Después de que McClellan jugara al sí sabe no contesta , el periodismo entró en fase bolero, esa de "quizás, quizás, quizás". "Todo es muy preliminar", apuntaba una periodista antes de empezar su crónica. "Tenemos mucha información sobre lo que ha ocurrido y sobre lo que no ha ocurrido", decía un presentador. No es broma.