Con una sola voz, el presidente de EEUU, George Bush, y el primer ministro británico, Tony Blair, condenaron ayer los atentados de Estambul y prometieron no retroceder "ni una pulgada", en la lucha contra el terrorismo, "allí donde quiera que se encuentre".

Los sangrientos ataques contra objetivos británicos en la capital turca empañaron definitivamente la polémica visita del presidente estadounidense al Reino Unido, que fue contestada en las calles de Londres por decenas de miles de manifestantes. Los atentados dominaron la reunión entre los dos dirigentes y la posterior conferencia de prensa.

MENSAJE DE FIRMEZA "Una vez más se ha puesto de manifiesto la naturaleza de los terroristas. Hemos visto su desprecio por las vidas inocentes. Odian la libertad y las naciones libres", afirmó Bush, después de que Blair asegurara que en la lucha contra el terrorismo "no habrá marcha atrás ni vacilación". "Les atacaremos dónde y cuándo podamos y les derrotaremos", subrayó.

Los dos aliados prometieron "terminar el trabajo" comenzado en Irak, "porque con un Irak libre, democrático y estable, no sólo la violencia, sino toda la desdichada e imposible filosofía de esos terroristas será destruida", dijo Blair. Bush declaró que el calendario para la devolución del poder a un Gobierno provisional iraquí en junio parecía viable, pero añadió que el número de tropas americanas movilizadas en Irak dependerá de las necesidades, por lo que "puede decrecer o puede aumentar".

Más tarde, un comunicado de los dos líderes confirmó que las fuerzas británicas y americanas permanecerán en Irak hasta que los iraquíes puedan responsabilizarse de su propia seguridad.

FAMILIAS DE LOS SOLDADOS Las primeras noticias sobre el ataque en Estambul las tuvo Bush cuando iba a primera hora de la mañana a la abadía de Westminster para reunirse con familiares de soldados caídos en Irak.

Los atentados de ayer contra intereses británicos acrecentaron los temores de quienes intuyeron hace tiempo que la participación del Reino Unido en la guerra de Irak atraería las represalias de los terroristas. Blair y su ministro de Exteriores, Jack Straw, pusieron énfasis en negar que hubieran potenciado ese peligro al apoyar a Washington. "América no atacó a Al Qaeda el 11-S, fue Al Qaeda la que atacó América", afirmó el premier .

Bush y Blair eludieron las preguntas sobre la suerte de los cientos de presos que desde hace más de un año están recluidos en Guantánamo, sin cargo contra ellos y sin ser juzgados.