Consciente de sus ingentes necesidades financieras para abordar la reconstrucción del país, que no puede paliar ni siquiera con la ayuda en solitario de Estados Unidos, el Gobierno iraquí expuso ayer en Dubai, ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), una reforma muy liberal de su economía bajo la tutela de la delegación estadounidense. Pero, en el desarrollo de esta conferencia financiera, quedó claro que la ayuda internacional se hará esperar, al menos hasta que la situación política e institucional no esté del todo clara.

El Gobierno provisional espera conseguir para la reconstrucción del país no menos de 65.000 millones de dólares, (57.522 millones de euros, 9,5 billones de pesetas) en la conferencia de donantes prevista para los días 23 y 24 en Madrid, afirmó en Dubai el ministro de Finanzas iraquí, Kemal al Kilani. "Esperamos que sean 70.000, 65.000 o 60.000 millones de dólares, eso dependerá de las negociaciones" para afrontar la reconstrucción de Irak en los próximos cuatro o cinco años, afirmó el ministro, "pero debemos actuar rápidamente", añadió Kemal al Kilani.

POCA COLABORACION

Las reuniones del FMI y del BM mostraron que, aparte de Estados Unidos, los países representados en esos organismos están aún muy reticentes a proporcionar ayuda financiera a Irak. "Cuando las necesidades hayan sido evaluadas por las Naciones Unidas, el FMI y el BM, Japón decidirá la ayuda que pueda aportar a Irak", afirmó Zembei Mizoguchi, viceministro de Finanzas. El Banco Mundial hizo saber a su vez que "es difícil dar ayuda mientras la situación política e institucional no esté clara".

Para vencer estas reticencias, el ministro iraquí argumentó que la labor que tienen ante ellos es difícil. "Debemos construir sobre cimientos sólidos y no conformarnos con soluciones cosméticas", afirmó Kilani ante una asamblea de financieros internacionales.

Tras una entrevista con el secretario norteamericano del Tesoro, John Snow, la delegación estadounidense distribuyó una declaración de Kilani en la que se exponen los ejes de la reforma económica iraquí, que acaba de ser promulgada en Bagdad por la Administración de Paul Bremer. Las principales medidas conciernen a la inversión extranjera, al sector bancario, a las medidas fiscales y a los derechos de aduana.

Las nuevas leyes permitirán "inversiones extranjeras al 100% en todos los sectores, excepto en el petróleo", según Kilani. En los próximos años seis bancos extranjeros podrán comprar hasta el 100% de los bancos locales. Después, ya no habrá limitación para la banca exterior, que podrá instalarse sin limitación en el número de entidades. Las reformas presentadas por el ministro iraquí prevén una tasa de imposición del 15% sobre los beneficios a partir del 1 de enero del 2004. Finalmente, un impuesto del 5% será aplicado a las importaciones, a excepción de los productos de primera necesidad, como alimentos, medicinas, ropa y libros. Esos derechos servirán para financiar la reconstrucción. "Estamos comprometidos en esta acción, y por primera vez en muchos años, hay esperanza entre los iraquíes", afirmó el ministro en su discurso. "Irak necesita ayuda internacional para cubrir sus necesidades humanitarias y para establecer las bases de una economía sólida", añadió Kilani.

EL RECURSO DEL PETROLEO

Irak cuenta, sobre todo, con los beneficios del petróleo para financiar su reconstrucción, y espera alcanzar "pronto" los niveles de producción de antes de la guerra del Golfo, en el año 1991. Pero la inseguridad diaria que se ha adueñado del país y las continuas acciones que llevan a cabo los rebeldes impiden, por el momento, que se pueda contar con esos recursos.