El Gobierno español ha hecho gestiones ante el régimen de Sadam Husein por un contrato multimillonario para Repsol por lo menos hasta hace tres meses, según reconocen fuentes de la empresa estatal Expansión Exterior. El último contacto en Bagdad se produjo en noviembre, mientras la ONU aprobaba la resolución 1441 contra Irak y cuando José María Aznar ya alentaba sin matices los planes bélicos de EEUU.

El contrato consistía en la explotación del campo de Nassirya, que según las estimaciones oficiales produciría 325.000 barriles diarios de petróleo, equivalentes al 35% de las importaciones españolas. Repsol comenzó a negociar la adjudicación del contrato en 1996, pero el proceso se ha visto empantanado por los vaivenes tácticos de Irak.

Fuentes implicadas en las negociaciones señalaron que las gestiones ante las autoridades iraquíes de Expansión Exterior se prolongaron formalmente hasta enero del 2001, y después de modo extraoficial. Los tanteos prosiguieron incluso después de los atentados del 11-S, cuando EEUU situó a Irak en el eje del mal del terrorismo islámico.

La multinacional española Repsol, presidida por Alfonso Cortina, ha pujado en competencia con compañías de Francia, Italia, China y Rusia para conseguir un contrato que permita iniciar las explotaciones una vez se levante el embargo que pesa sobre Irak desde la guerra del Golfo de 1991.

Las fuentes consultadas explicaron que las compañías Elf-Totalfina (francesa), Lukoil (rusa) y la sociedad estatal de petróleo china --los países más activos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en contra de la guerra-- tienen ya un precontrato para la explotación de un campo petrolífero, mientras que la española Repsol y la italiana Aggip sólo han conseguido hasta ahora "inicializar" sus procesos. Es decir, registrarlos.

CLAUSULA DE SUSPENSION

Fuentes de Expansión Exterior sostienen que las negociaciones no vulneran la legalidad internacional, puesto que Repsol, al igual que las otras compañías, siempre han puesto como condición que el contrato incluya una "cláusula de suspensión" que especifique que su ejecución no comenzará hasta que la ONU modifique las condiciones del embargo sobre Irak. Bagdad ha presionado para omitir esa cláusula, y ese tira y afloja ha tenido mucho que ver con el estancamiento de las negociaciones.

Las mismas fuentes admiten que a las gestiones de Expansión Exterior y de Repsol pueden ser criticadas desde un punto de vista ético, por cuanto se desarrollan con un régimen que el Gobierno español equipara por su crueldad con el nazismo.