Queda ya muy poco tiempo para la paz, pero la guerra no es inevitable. No sólo porque esa aseveración está contenida en la declaración final de la cumbre extraordinaria de la UE celebrada ayer, sino sobre todo porque la firmeza del eje franco-alemán va a permitir que los inspectores de desarme de la ONU tengan algún tiempo más para hacer su trabajo.

Está claro que a Sadam Husein también se le acaba el plazo de aceptar su desarme incondicional, como advierte duramente la UE, incluso mencionando la posibilidad de emplear la fuerza militar como "último recurso". Igualmente, las inspecciones no pueden "continuar indefinidamente, sin cooperación iraquí". Pero lo más importante del acuerdo entre los socios europeos --fraguado con enormes dificultades después de semanas de disensiones-- es, simplemente, que exista... a pesar de las presiones del presidente norteamericano, George Bush, que han estado a punto de desgarrar la vieja Europa .

AZNAR SUAVIZA SU POSTURA

El acuerdo, además, ha sido posible porque tanto el presidente del Gobierno, José María Aznar, como los primeros ministros británico, Tony Blair, e italiano, Silvio Berlusconi, han suavizado su entusiasmo belicista, sin duda empujados por la presión de la opinión pública de sus países, que el sábado se expresó mediante las manifestaciones más importantes de la historia.

Aznar insistió en la necesidad de mostrar "firmeza" frente a Sadam, pero rebajó varios grados su discurso pro-Bush y no consideró agotado el tiempo de las inspecciones de la ONU ni abogó por una nueva resolución autorizando el uso de la fuerza contra Irak, como ahora desea la Casa Blanca. También la ministra de Exteriores, Ana Palacio, contuvo su talante belicoso --que exhibió ante el Consejo de Seguridad-- y aguantó las reprimendas de sus colegas alemán, Joschka Fischer, y belga, Louis Michel, por el manifiesto de los ocho ; la carta de apoyo a EEUU impulsada por Aznar y Blair que firmaron otros seis líderes europeos.

LA ULTIMA OPORTUNIDAD

Así que el presidente francés, Jacques Chirac, pudo dar por "superada la minicrisis" de la UE, tras lograr imponer su criterio de que ahora no es el momento de redactar nuevas resoluciones que den legitimidad a la intención estadounidense de invadir Irak, sino que hay que dar la oportunidad de que se cumpla la 1441. En cuanto a los deseos de Bush de que se le dé a Sadam un ultimátum --de pocas semanas-- bajo la amenaza concreta de la acción militar, el ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, subrayó que "si se debe dar un plazo, tendrá que decidirlo el Consejo de Seguridad, y no la UE".

Al final, Blair proclamó que ésta es "la última oportunidad" de Sadam para "desarmarse pacíficamente". Una posibilidad que es necesario conseguir, puesto que si EEUU acomete un ataque militar unilateral, sin la autoridad del Consejo de Seguridad, se socavará gravemente la autoridad y credibilidad de las Naciones Unidas, tal como recordó su secretario general, Kofi Annan.

HERIDAS PROFUNDAS

En la práctica, Washington sólo ha conseguido abrir profundas heridas intraeuropeas que tardarán mucho en cicatrizar. Bélgica ha llegado casi a las manos con su vecino holandés; Austria se ha negado a permitir el paso de las fuerzas armadas norteamericanas por su territorio, sólo para ver cómo los húngaros les dejaban pasar dando un pequeño rodeo. La relación con Turquía también ha quedado tocada y su Gobierno se siente cada vez más inseguro, entre los riesgos de una guerra en su frontera y el peligro de un alzamiento de la población musulmana, entre la que el rechazo a la guerra es del 94%.

El primer ministro turco, Abdulá Gul, advirtió ayer a EEUU de que el Parlamento de Ankara no aprobará hoy (como estaba previsto) el paso de las tropas norteamericanas por Turquía en dirección al frente norte de Irak. En parte, porque reclama un paquete de ayuda financiera mucho más sustancioso del ofrecido por Washington y que podría ascender hasta a 15.000 millones de euros (2,5 billones de pesetas).

REDISEÑAR EL MAPA

Sin embargo, la Casa Blanca mantiene sus propósitos de rediseñar por la fuerza el mapa de Oriente Próximo en función de sus intereses. El vicesecretario de Estado norteamericano para el control de armas y seguridad internacional, John Bolton, ha confiado a las autoridades de Israel que no hay duda de que EEUU atacará Irak y que "después será necesario ocuparse de las amenazas que plantean Siria, Irán y Corea del Norte", según fuentes israelís.

Unos planes que causan preocupación en Europa porque es difícil confiar en el criterio con el que se pretenden imponer. Especialmente si han de ser aplicados por políticos como el hermano del presidente de EEUU --Jeb Bush, gobernador de Florida y para muchos futuro inquilino de la Casa Blanca--, quien ayer saludó en Madrid a Aznar como "presidente de la república española".