REPORTAJE

La cándida Cherie

La compra de dos pisos con la mediación de un timador golpea la imagen de la esposa de Blair, rodeada de un peculiar círculo de asesores, entre los que se encu

La cándida Cherie

La cándida Cherie

Sus problemas personales los consulta a una pitonisa. Como médico, tiene a un curandero que lee el ADN de los pacientes sirviéndose de una piedra y un péndulo. Su asesora de imagen es una antigua actriz de porno suave. Y cuando ha necesitado de un intermediario para la compra de dos pisos, ha elegido a un estafador con condenas en tres continentes por fraude. Bienvenido al insólito círculo de asesores de Cherie Blair, una mujer considerada hasta ahora como una profesional intachable, sensata y precavida.

La imagen de la esposa del primer ministro británico se ha resquebrajado en las últimas dos semanas por un ridículo escándalo que, si algo ha puesto en evidencia, es la falta de sentido común de una prestigiosa abogada, que aspira a convertirse en juez del Tribunal Superior. En el origen de lo que, sin mucha imaginación, la prensa llama el Cheriegate , se halla Peter Foster, un australiano de 40 años, que se ofreció a ayudarla a negociar la compra de dos pisos en la ciudad de Bristol.

La cándida Cherie

La cándida Cherie

Una de las viviendas sería para Euan, el hijo mayor de los Blair que estudia en la universidad de esa ciudad, y la otra, una inversión. Lo alucinante es que Cherie no comprobó el historial delictivo de Foster, novio de su amiga Carole Caplin, boxeador aficionado en su juventud, que con sólo 22 años ya ostentaba su primera bancarrota, después de vender entradas para un imaginario combate pugilístico en el que prometió la presencia de Mohamed Alí.

Con la edad, Foster fue acumulando condenas de cárcel por estafa en Australia, Estados Unidos y en el Reino Unido, donde ha estado dos veces entre rejas.

Carole conoció a Cherie Blair hace 12 años, cuando Tony era un político laborista, joven y prometedor. Cuando en 1997 Tony ganó las elecciones, Carole se convirtió en la gurú de Cherie, alguien omnipresente e indispensable. Ella le dicta la dieta, elige sus ropas, le entrega colgantes que la preservan del mal y le receta leche de cabra y una vida sexual muy activa para mantener salud y belleza.

UNA COMPRA LEGAL

La armonía esotérica se rompió cuando el pasado julio, Carole comenzó a salir con Foster el estafador, quien dejó embarazada a la terapeuta, con la esperanza quizás de evitar la deportación a Australia que está tramitando la justicia británica.

Un día Carol, que ha terminado perdiendo el bebé, le habló de la compra que Cherie quería hacer y, por supuesto, él se ofreció inmediatamente a negociar la operación. La jugada se vino al traste cuando un periódico ultraconservador, The Daily Mail , descubrió la identidad del intermediario.

En la compra no hay nada ilícito, pero Cherie cometió un error imperdonable al utilizar a los portavoces oficiales de Downing Street para desmentir una noticia, la mediación de Foster, que resultó ser cierta. Al final, cuando el daño ya estaba hecho, y toda la maquinaria del primer ministro andaba pringada en el affaire , ella misma tuvo que salir, llorosa, a dar la cara. "No soy una superwoman", dijo en un estilo que recordaba al de Diana de Gales y que fue, como han mostrado los sondeos, otro error de juicio.

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