Ciclismo

Del Toro resurge en el Giro y gana la etapa del Mortirolo

El ciclista mexicano doblega a Richard Caparaz, ahora segundo de la general, a 41 segundos de diferencia, ya con la mirada puesta en las duras jornadas del viernes y el sábado

En Bormio, con el buen tiempo, duermen en verano cientos de cicloturistas. La localidad, meta de la 17ª etapa, está al pie del Stelvio, a poca distancia del Gavia y a unos 30 kilómetros del Mortirolo, por su cara más dura, que no fue por la que el Giro ascendió este miércoles. Y, claro está, pocos son los locos de la bici que se fijan en Le Motte, donde atacó Isaac del Toro, puerto de paso, para calentar piernas, alejado de los mitos de la carrera rosa, la que quiere ganar el prodigio mexicano, que sacó casta, fuerzas de donde pudo, para conquistar unos segundos de oro sobre Richard Carapaz, ahora a 41 segundos, y lograr una primera victoria de etapa, que todavía no la tenía, en la carrera donde ha empezado a proclamarse como figura del ciclismo.

No son lo mismo etapas de 155 kilómetros, que las que superan los 200, como la que destrozó el martes al Giro, o la que aguarda, como sentencia final, el sábado, con la subida a La Finestre, buena parte del ascenso sin asfalto, un puerto en el que sufrió Alberto Contador en 2015 o donde Chris Froome enterró a Simon Yates, ahora tercero de la general, en 2018. Ahí es donde Del Toro, explosivo, corazón radiante, puede perder un Giro que, pese a la exhibición en la denominada etapa del Mortirolo, todavía tiene lejos de tener amarrado.

Con 200 kilómetros en las piernas el algodón no engaña. Precisamente, las organizaciones de las carreras de tres semanas -léase igual Giro, que Tour o Vuelta- apuestan por etapas cortas estos últimos años porque saben que aportan espectáculo, pero no acostumbran a causar un terremoto a la clasificación, como sucedió el martes, camino de San Valentino. Y a ningún directo de carrera le gusta que la general quede destrozada antes de tiempo y hasta que venga un Tadej Pogacar, como sucedió el año pasado, que ya empezó a dejar el Giro visto para sentencia a la segunda etapa, o el Tour, a la cuarta.

Oportunidad aprovechada

Sin embargo, Del Toro supo aprovechar la oportunidad, llenarse de coraje y sobre todo de optimismo para lo que queda, sin contar la etapa de este jueves que apunta a esprint o escapada. Si Carapaz lo atacaba en el Mortirolo, más descafeinado que en otras ocasiones, era mejor que se fuese unos metros, que poco a poco madurase, porque con descenso y equipo protegiéndolo, lo normal es que lo capturase en los casi 50 kilómetros que quedaban para Bormio.

Carapaz, al ataque, en el Mortirolo.

Carapaz, al ataque, en el Mortirolo. / GIRO DE ITALIA

Si pillaba a Carapaz, todo apuntaba a que el corredor ecuatoriano no volvería a sacar el revólver y, en cambio, él tenía todas las de ganar, para demarrar, hacer sufrir a su principal rival, capturar a Romain Bardet como último superviviente de la escapada del día, y actuar con la sangre caliente en los últimos tres kilómetros: Del Toro ataca, Del Toro se va, Del Toro saca unos metros, Del Toro gana la etapa y hace una reverencia, casi parece caer de la bici, por la alegría de triunfar vestido de rosa, lo máximo en el Giro; el mejor del día y, pese a las dudas suscitadas el martes, también el de la carrera.

Para callar bocas no hay nada mejor que meter goles, encestar triples, no fallar pelotas de set y partido y triunfar en una etapa vestido con el jersey de líder de la carrera. Él a ganar y los demás, empezando por Carapaz, a pesar cómo noquearlo en las dos duras etapas de montaña que quedan para reescribir este Giro.

La etapa del jueves.

La etapa del jueves. / GIRO DE ITALIA

Y, todo esto, sin contar con Juan Ayuso, hundido de cabeza y piernas, aunque con el deber por el que tiene que pasar cualquier aspirante joven -sólo tiene 22 años- si quiere convertirse en un gran campeón. No hay que retirarse, si no sufrir, aunque sea como este miércoles al cruzar la línea de meta a 35 minutos de Del Toro y descender a la 26ª plaza de la general.

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