El caudaloso nacimiento del río Anzur se encuentra junto a la carretera CO-7213, cerca de la pedanía de Zambra y de la aldea del Nacimiento, junto a la abandonada planta envasadora de aguas de Zambra, a la que abastecía. Por esa razón se le conoce también como manantial de Zambra. El nacimiento principal se encuentra protegido por una caseta para salvaguardar su salubridad, aunque otras surgencias difusas pueden observarse aguas abajo del cauce del río Anzur, aportándole caudal suficiente como para -antiguamente- suministrar la energía hidráulica necesaria para el funcionamiento de varios molinos harineros.

Al sur de la provincia de Córdoba se levantan varios relieves calcáreos, como las sierras de Cabra, Gaena u Horconera, que guardan en sus entrañas un auténtico «laberinto de aguas subterráneas» que afloran en superficie a través de caudalosos manantiales. Por eso, a finales de los años 70 del siglo pasado se creó el Consorcio para el Abastecimiento de Agua a los Pueblos de la Zona Sur de la Provincia de Córdoba, con la intención de gestionar el suministro de agua potable de casi 30 municipios, comenzando de este modo el desarrollo de diversos estudios técnicos que harían posible las captaciones de los manantiales más caudalosos de la zona, como los del Río de la Hoz y de Fuente Alhama, además del Nacimiento de Zambra.

Las grandes compañías como Grupo Pascual comenzaron a interesarse por este último manantial, y a lo largo de los años 90 se llevaron a cabo varios estudios hidrogeológicos, previos a la declaración como agua mineral del manantial de Zambra, que darían lugar a la puesta en funcionamiento de la planta embotelladora, generando muchos puestos de trabajo directos, la gran mayoría de Zambra y del núcleo rural de El Nacimiento, donde estaban las instalaciones. Esta iniciativa empresarial tuvo una clara repercusión en la economía de la zona.

Pero, desgraciadamente, en agosto del 2004 el Grupo Pascual se vio obligado a retirar del mercado hasta tres millones de litros, debido a la baja calidad del agua, afectada por una bacteria de tipo coliforme. Cuatro años después, este grupo empresarial decidió desmantelar definitivamente las máquinas de envasado de su planta de aguas de Zambra, dejando en el paro a cerca de un centenar de trabajadores.

INFLITRACIÓN DE LLUVIAS // ¿Qué es lo que ocurrió? Habria que empezar aclarando que el Nacimiento de Zambra drena gran parte subsistema Hoyones-Sierra de Gaena. La mayor parte del área de alimentación se sitúa en la zona conocida como Los Hoyones, en alusión a la existencia de dolinas y otras depresiones kársticas muy espectaculares, donde la tasa de infiltración de la lluvia es altísima. Al igual que en el resto de los manantiales de la zona, el nacimiento de Zambra está sufriendo una contaminación incipiente por nitratos.

Según recogen los últimos estudios, más del 30 por ciento de estas surgencias muestran claros procesos de contaminación por actividades agrícolas y especialmente por actividades ganaderas, que se desarrollan justo encima de los afloramientos carbonatados, pero también por el uso de fertilizantes en el olivar, y, en menor medida, por vertidos o fugas de aguas residuales urbanas o la existencia de pozos negros. Todo esto supone, a juicio de los grupos ecologistas de la zona una grave amenaza para este verdadero «oro líquido del corazón del Geoparque de las Subbéticas».

Conviene aclarar que del agua del manantial de Zambra se abastecen la vecina aldea del mismo nombre y la población de Lucena, sin que haya que preocuparse por su salubridad, ya que el agua que sale por los grifos de los hogares sí está sometida a tratamientos sanitarios, algo que no se permite en el agua natural embotellada.

De hecho, el Ayuntamiento de Lucena ha anunciado que tiene intención de acometer una nueva conducción del agua del Nacimiento de Zambra hasta el núcleo principal lucentino, ya que la conducción procedente de este manantial se remonta a los años 50 del pasado siglo y su aportación porcentual al consumo diario de la ciudad había ido descendiendo paulatinamente como consecuencia de la sequía y de las importantes pérdidas de caudal que se producen en el transcurso del recorrido de 22 kilómetros que realiza el agua hasta llegar a los depósitos municipales.