la cueva de los Mármoles, situada al sureste de la sierra de los Judíos es, sin lugar a dudas, una de las cavidades más importantes de Andalucía para el estudio del Neolítico; la presencia de materiales de una gran riqueza y diversidad, con una amplia cronología, así lo atestiguan. No hay que olvidar tampoco la existencia de vestigios del Paleolítico Medio, y los numerosos restos de la ocupación en época andalusí. A su evidente interés arqueológico hay que sumar su importancia geológica y natural, ya que está considerada como una de las grutas más bellas de la provincia de Córdoba.

Aunque ya había alguna noticia sobre la Cueva de los Mármoles en los años treinta, fue el pionero de la arqueología cordobesa Juan Bernier Luque quien dio a conocer este yacimiento a mediados de los años 60 y su poética descripción no deja lugar a dudas de la belleza del enclave: «Sobre la meseta caliza, invisible hasta no llegar a ella, se abre una profunda hoya de cerca de 10 metros de profundidad y con un diámetro de unos 40 metros, dimensiones que sobrecogen, sobre todo, cuando mirando a lo profundo se ve la tiniebla del gran arco de entrada como una puerta de los abismos. Verdaderamente este insospechado pozo en la tierra sobrecoge con su salvaje contundencia geológica. Bloques derruidos, grietas, rocas bamboleantes, enormes coladas estalagmíticas, oscuros agujeros laterales, brechas y conglomerados, presentan una maravilla de colores térricos que hacen juego con una arisca vegetación de oscuros verdes y con la paleta geológica de las sales de hierro, del cobre o de los albos yesos, que podrían dar una lección cromática a Benjamín Pelencia, a Ortega o a Tapies, con sus coloridos de materia radiante y de eternidad pura».

El pasado 20 de noviembre, pudimos leer en este periódico que Ecologistas en Acción advertía de la intención de abrir una explotación minera a cielo abierto en las inmediaciones de la cueva de los Mármoles. Una amenaza más se cierne sobre la frecuentemente maltratada gruta, sometida a un continuo expolio arqueológico en los últimos años. Con ánimo de concienciar sobre la importancia arqueológica y medioambiental de este enclave único, vamos a dar un tratamiento especial a la cueva de los Mármoles, dedicándole dos capítulos y haciendo un detenido recorrido por su dilatada historia.

PREHISTORIA

Las primeras evidencias de poblamiento en el territorio de Priego se remontan al Paleolítico Medio con una cronología situada en torno a los 90.000 años y con un grupo de pobladores identificados como Homo sapiens neandertalensis. De estos humanos la arqueología aún no ha conseguido una muestra ósea en el territorio prieguense, no así de los artefactos que fabricaron con sus manos. Los restos que se han constatado son una serie de útiles de sílex que se englobarían dentro del periodo denominado musteriense. Además de algunos yacimientos al aire libre pertenecientes a este periodo, destacan los restos encontrados en la cueva de los Mármoles. En un paquete de brechas datado en el musteriense, se encontraron, además de diversos trozos de sílex con posibles restos de talla, numerosos fragmentos de huesos de animales. «En nuestra mente pensamos cómo hace miles y miles de años la rojiza arcilla que hoy es roca endurecida se mezcló con los múltiples cadáveres de una fauna cuyas vértebras, cuyas cráneos, cuyos molares yacen destrozados formando un solo cuerpo con la roca», en palabras de Juan Bernier.

La aparición del Homo sapiens sapiens se suele datar aproximadamente hace unos 30.000 años, dando paso al Paleolítico Superior, que se ha dividido en cinco grandes etapas. De la última, el Magdaleniense (16.000 a 8.000 a. C.), se documentó en la cueva de los Mármoles un potente relleno con restos de huesos de animal. Del Epipaleolítico -etapa de transición entre el Paleolítico Final y el Neolítico- se han encontrado también piezas talladas en sílex con formas geométricas representativas de este momento.