Los arroyos de Navahermosa y del Valle confluyen para dar lugar al arroyo de Bernabé, afluente del río Palancar que drena las sierras de Abuchite, Lobatejo y Alcaide, propiciando la existencia de un valle rico en manantiales. Por este valle surca el camino de Luque a Carcabuey, que, aunque tiene categoría de carretera (CP-131), no está asfaltado y sobre él se asienta uno de los senderos señalizados más conocidos del Parque Natural de la Sierras Subbéticas, denominado «de las Buitreras», porque pasan cerca los cortados de la agreste vertiente sur de Abuchite, donde se asienta la mayor colonia de buitres leonados del Parque Natural.

Viniendo desde Luque en dirección a Carcabuey, y después de pasar el cortijo de la Hoya de Priego, el itinerario queda inmerso en La vaguada del cortijo del Valle. La figura redondeada de Lobatejo se aprecia al frente sin apenas vegetación, excepto en una de sus vertientes que da cabida al valle de Navahermosa. Por aquí se traspasa la loma de los Pozuelos a través del portillo de Moreno, paso natural que daba acceso a las sierras de Zuheros.

El sustrato rocoso propio de las partes más elevadas ha sido sustituido por uno más margoso y blanquecino y, como corresponde, la vegetación natural pasa a ser sustituida por el olivar. En este contacto entre materiales suelen aparecer importantes surgencias de agua, capaces de drenar estas moles calizas, como es el caso de la fuente de Bernabé, una de las de mayor entidad de la comarca y que abastece de agua a Carcabuey. El agua de este manantial surge, por tanto, al pie de los afloramientos calizo-dolomíticos jurásicos del Lobatejo, en contacto con arcillas triásicas impermeables.

Para llegar a la fuente hay que desviarse del sendero señalizado por un camino que se inicia a la altura de la cortijada de Bernabé, tras pasar una barrera metálica. A lo largo de este recorrido de apenas un kilómetro se puede comprobar cómo el firme se torna de un color rosado y grandes bloques calizos del mismo tono aparecen dispersos. Se trata de calizas nodulosas sobre las cuales se pueden descubrir algunos restos fósiles de organismos marinos.

La vaguada donde se ubica este manantial apenas sería destacable del entorno si no fuese por los grandes ejemplares de fresnos que la delatan. En el pasado el abundante caudal del manantial era suficiente para transformarse en fuerza motriz necesaria para moler el grano, como así lo demuestran las ruinas en piedra de un antiguo molino hidráulico del que apenas quedan unas paredes derruidas en mampuesto.

En la actualidad, la acequia del molino está invadida por la vegetación, las huertas se encuentran abandonadas y un moderno aljibe de captación rodea la surgencia. Pero hay un elemento especialmente singular que todavía permite los usos tradicionales in situ de esta fuente. Una porción del caudal del manantial se deja discurrir hacia un pilar abrevadero para uso ganadero, más ancho, que comunica con un lavadero para uso doméstico, algo más estrecho. A los bordes, en ambos flancos, aparecen dos grandes piezas curvas y labradas en estrías realizadas en caliza roja nodulosa, para el lavado de la ropa. A unos 350 metros al noreste de la Fuente de Bernabé, en el lecho del arroyo de la cañada de Navahermosa, y del arroyo de los Caños, en la base de la ladera oriental del Lobatejo y al sur de la Llaná de los Pozuelos, se localizan los manantiales del arroyo del Valle del Navazuelo, denominación que toman de la toponimia que figura en planos parcelarios antiguos de Luque, término donde se ubica.

Hasta estas surgencias, en número de cuatro, se puede acceder desde el cortijo aledaño a la fuente de Bernabé por un sendero mal marcado que se dirige a través del olivar hacia el Noreste. También se puede llegar remontando el arroyo que se origina en dichos nacimientos.