MÚSICA / CLÁSICA

Orquesta de Córdoba

Tres alegorías en torno a la naturaleza dan forma al programa de este cuarto concierto de abono, con obras de Haydn, Knecht y Beethoven

Orquesta de Córdoba

Orquesta de Córdoba

MANUEL PEDREGOSA

Tres alegorías en torno a la naturaleza dan forma al programa del cuarto concierto de abono de la Orquesta de Córdoba: comenzará con la Representación del caos, el principio del oratorio La Creación de Joseph Haydn (Rohrau 1732, Viena 1809), continuará con la Sinfonía en Sol mayor, El retrato musical de la naturaleza de Justin Heinrich Knecht (Biberach an der Rib 1752, 1817) y acabará con la Sinfonía nº 6, Pastoral de Ludwig van Beethoven (Bonn 1770, Viena 1827) encadenando así diferentes formas de acercarse a una de las mayores fuentes de inspiración de la historia del arte. La Creación fue interpretada por última vez por la Orquesta de Córdoba en otoño del 2012, bajo la dirección de Lorenzo Ramos -entonces recién llegado a nuestra ciudad-, que nos entregó una versión consistente de la obra. En esta ocasión, escucharemos sólo el principio; entre cinco y siete minutos de nebulosa incertidumbre con los que comienza el oratorio y que preceden a otros muchos de la «obstinada alegría» --en palabras de Stendhal-- tan característica del maestro Haydn. La Representación del caos es uno de los pasajes más célebres de La Creación: arranca con un golpe de timbal al que sigue una atmósfera incierta en la que la inestabilidad tonal representa un caos in crescendo hasta que con una irrupción del coro se hace la luz: un tutti en fortissimo coincidiendo con la palabra Licht en el coro -que ya no escucharemos- inaugura la luminosa armonía haydniana que representa la labor creadora.

La publicación de tres sonatas para piano de Beethoven, compuestas a la edad de doce años, fue anunciada en el periódico musical de Bossler. En la misma página aparecía una noticia sobre una nueva sinfonía de Knecht, subtitulada Retrato Musical de la Naturaleza. Sus movimientos estaban descritos de la siguiente forma: «Un hermoso campo donde brilla el sol, soplan suaves brisas, arroyos que cruzan los valles, las aves gorjean, murmura una cascada, un pastor toca su flauta, las ovejas brincan y la pastora deja oír su suave voz. Súbitamente, se oscurece el cielo, todos respiran con dificultad y sienten temor, las nubes negras se amontonan, el viento produce un sonido ululante, ruge el trueno en la lejanía, lentamente desciende la tormenta. La tormenta, con el sonido del viento y el ímpetu de la lluvia, ruge con toda su fuerza, las copas de los árboles murmuran y el torrente desciende con un ruido aterrador. La tormenta se aquieta poco a poco, las nubes se dispersan y el cielo se aclara. La naturaleza, en un transporte de alegría, eleva su voz al cielo y agradece a su Creador, con un canto suave y agradable».

Parece razonable suponer que Beethoven conocía la sinfonía de Knecht, arquetípico intento del período clásico de producir una pintura sonora literal. Por sus cuadernos de apuntes sabemos que Beethoven había pensado profundamente acerca de los desafíos de la música programática. ¿En qué medida debería depender el significado musical del conocimiento de los oyentes de lo que se estaba retratando? En otras palabras, ¿la pintura sonora tenía que ser tan literal como aparentemente creía Knecht?

La Sexta Sinfonía fue terminada casi un cuarto de siglo después que la obra de Knecht, aunque su programa es notablemente similar. La deuda de Beethoven hacia Knecht (en el patrón programado y en el formato de cinco movimientos) resulta evidente, pero las diferencias son igualmente significativas. La sinfonía de Knecht estaba encuadrada rígidamente dentro de la tradición de la representación literal, que incluía a la música de Bach, Vivaldi, Boccherini, Handel o Haydn.

«Más una expresión de sentimiento que pintura sonora», escribió Beethoven refiriéndose a la estética de la Pastoral. El autor temía que la representación excesivamente literal pudiera hacer a su música demasiado trivial. Pero no cumplió con sus intenciones enteramente. Los cantos de pájaros hacia el cierre del segundo movimiento, la banda pueblerina del scherzo, los zumbidos como de gaita de los movimientos externos y la tormenta, son tanto una pintura sonora como una expresión de sentimiento. En cualquier caso, estas cuestiones quedan en un segundo plano al escucharla ya que, en ese momento, «la Pastoral, esa es la evidencia, es ante todo música y sólo música» (Tranchefort).

CÓRDOBA

GRAN TEATRO

JUEVES 1

20.30 HORAS

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