En aquella época Diario CÓRDOBA, dirigido por Pedro Álvarez Gómez, que seguiría una década más al frente de la redacción, informaba desde la Guerra de Corea, a lo largo de 1951, hasta el triunfo de la revolución Cubana con la llegada de Fidel a La Habana la Nochevieja de 1959, de lo que dio cuenta el 2 de enero de 1960, ya que el día 1 no se publicaba el periódico. Por cierto… como hoy en día, salvo por la edición digital.

Lo internacional tenía su repercusión en España y ello en Córdoba y en la Feria, más aún al final de la década tras la salida de España del aislamiento internacional con aquella bendición de Ike (el presidente de EEUU Eisenhower) a través de su visita a España en 1959, cerrando 20 años de autarquía en lo económico y hasta en lo psicológico. Una década con el ascenso de Perón en Argentina, la primera vacuna contra la polio o la prueba de la bomba H en el atolón de Bikini (1952), la llegada de Eisenhower a la presidencia de EEUU (1953), la coronación de Isabel II (1953), la Guerra de Vietnam (1955), la crisis del Canal de Suez (1956), el Sputnik 1 (1957) o la fundación de la Comunidad Económica Europea (1957) y de la de la República Árabe Unida (1958).

Había un chavalote llamado Elvis cantando el Rock de la cárcel en 1957, aunque aquí era aún difícil enterarse. Del cine era mucho más fácil ser consciente que se estaba viviendo la época dorada de Hollywood, desde La reina de África (1951) hasta El apartamento (1960), con todas las estrellas que ustedes quieran recordar, que en un 95% seguro que son de esta década, y con dos decenas de salas en Córdoba, cines de verano incluidos.

Porque la ciudad comenzaba a sacudirse, tímidamente, la tristeza de los peores años de la post-guerra con una alcaldía larga, estable y fructífera, la de Antonio Cruz Conde (1951-62), en contraste con los seis regidores que se alternaron en la década anterior. A pico, pala y músculo se comenzaron obras pensando en una Córdoba del futuro turismo y de monumentos (y si no los había, se inventaban y punto, como en el caso de la Puerta de Sevilla). De la misma manera, a base de mulas se llenó de escombros toda la actual avenida del Conde de Vallellano hasta llegar a la cota para construir el Puente de San Rafael (1953) y comenzar a prejubilar al castigado Puente Romano.

Y claro, con una ciudad que empezaba a sentir cierto alivio de luto social y junto a un barrio cuyas casas iban a estar rodeadas de flores, que ya llamaban Ciudad Jardín… la Feria comenzó a cambiar al principio tímidamente y después tan sensiblemente como la propia sociedad cordobesa.

De entrada, por ejemplo, con la decadencia de la Feria de Ganado, que ciertamente fue la que dio origen a la fiesta en el siglo XIII, pero siendo ya una fórmula económica comercial que perdía importancia para el sector del campo, por muchos intentos loables como la gran Exposición Provincial de Ganaderías e Industrias Derivadas y Complementarias que se realizó en 1951. Una menor importancia que tenía su reflejo en las páginas de Diario CÓRDOBA al prestarle cada vez menos atención.

Feria de 1955 | Portada de una caseta. Aún quedaban 12 años para que fuera obligatorio usar toldos de listas verdes y blancas. LADIS

Lo que sí tenía predicamento en el programa de la Feria era una auténtica multitud de concursos y citas que, ni mucho menos, tenían como escenario único el real de la Feria: el concurso hípico (apuestas incluidas) en los jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos, la carrera de motocicletas en el circuito de La Victoria (la primera de sus muchas ediciones fue en 1951), una memorable exposición de Dalí y Picasso en el Círculo de la Amistad en 1953, la Escuela Española de Equitación de Viena (1954), el concurso de aeromodelismo, carreras ciclistas, tiro al pichón, fuegos artificiales (por supuesto), concurso de parejas a caballo… Pero más memorable aún sería la inclusión del Festival de Patios Cordobeses, que no el Concurso de Patios (al principio en 1957 como antesala de la Feria y, posteriormente, de forma paralela y todo el mes de mayo) y, sobre todo el Concurso Nacional de Cante Jondo, en 1956, un evento cuya entidad no tardó en independizarse del programa de la Feria, especialmente cuando en 1965, en su cuarta edición, se convirtiese en el Concurso Nacional de Arte Flamenco.

Todo ello sin perder ese espacio referente, el real de la Feria, que se ampliaba en La Victoria con nuevas casetas hacia la República de Argentina en 1957, después de acercarse las carpas hasta el recién inaugurado Hotel Palace (1956), por entonces casi más solo que la una en aquel entorno.

La Feria también había empezado a recibir a través de dos puentes a cordobeses del otro lado del río, del Campo de la Verdad. Eran vecinos que llegaban andandito hasta un real de la Feria con la portada en la Puerta de Gallegos (en 1954), por donde entraba la mayoría de la ciudad tras disfrutar de la asombrosa imagen del Gran Capitán iluminada con 100.000 bombillas. Si se llegaba desde el Campo de la Verdad, también sorprendían los circos montados en el entorno de la Puerta de Almodóvar: el Berlín Cirkus y el Prince (ambos en 1954) o el Circo Americano, con una auténtica tribu del Kongo, decían en 1955. Precisamente, en esa edición de la Feria, y dos años antes de que la URSS lanzara su primer Sputnik, el circo Price ofrecía el espectáculo Un circo en Marte. Menos imaginativas pero con más éxito fueron las sesiones de 1957 de este mismo circo con Pinito del Oro y Tony, el caballo que habla, todo ello en un año donde compitió con el Circo Americano, El de las mil maravillas, con auténticos cowboys. Sin olvidar el Circo Hungría, en 1958, con sus bandas de violines zíngaros o el Circo Viena sobre hielo (1959), que llegó por primera vez a la ciudad.

Y en cuestión de toros, en 1953, y por fin tras diez años, se daban tres corridas en la feria taurina, con un trofeo Manolete que se lo llevó José María Martorell, como en 1955 lo ganó César Girón y, en 1959, Jaime Ostos, todo ello en una década donde ya comenzaba a hacerse habitual que el prestigioso premio se declarase desierto.