Los Beatles y su boicoteada actuación en España, el asesinato de Martín Luther King y de Kennedy, el Concilio Vaticano II, revoluciones por todas partes, la llegada del turismo, el hombre en la Luna… Una década que dio titulares de todo tipo para la Historia y que puntualmente fue recogiendo Diario CÓRDOBA, por supuesto salvo alguna noticia que no saldría en ningún medio español hasta muchos años después… por ejemplo, la aprobación el 9 de mayo de 1960 de la píldora anticonceptiva.

Pero, en todo caso, los vientos del cambio estaban en Córdoba en la calle. No como en el mayo francés de 1968, claro, pero sí en las calles de los nuevos barrios que surgían con la presión de la emigración de la provincia a la capital, o con la creación de los barrios de Moreras y Palmeras en 1964 para dar respuesta a la extraordinaria bolsa de chabolismo existente. Así, también Córdoba tuvo sus mini-revoluciones en la década prodigiosa, algo que fue describiendo Diario CÓRDOBA bajo la dirección de Pedro Álvarez Gómez, mientras que Antonio Guzmán Reina sucedía en 1962 para otra larga y fructífera alcaldía de la ciudad de diez años, todo ello entre pequeños-grandes cambios en la ciudad que, sobre todo, tuvieron su impacto en el urbanismo.

Porque, de pronto, la Feria se encontró en el centro de la ciudad. Ciudad Jardín ya era una realidad (el barrio sí, el jardín no) y con los planos de José Rebollo Dicenta se inauguraba la plaza de Los Califas el 9 de mayo de 1965… allí, lejos, por Gran Vía Parque, en una periferia distante que a buen seguro iba a tardar décadas en verse rodeada de edificios… si no siglos. Al menos así se veía entonces.

En todo caso, en 1966, en el amplio real de la Feria ya había 16 casetas (el doble de hace 23 años) que competían en el concurso de la recién creada Federación de Peñas, con un premio de 5.000 pesetas para el ganador. Solo un año después, en 1967, a las ya 32 casetas en la Feria se le impuso una sorprendente norma estética que se mantendría décadas: todas tenían que usar los colores blanco y verde en sus carpas y toldos.

Los circos seguían siendo una gran atracción (como en 1966 con el Circo Nacional de Holanda o el Circo Gigante, de dos pistas), aún había programaciones especiales en los teatros de la ciudad y continuaban las funciones de teatros de marionetas en los Jardines de la Agricultura (1965), aprovechando el éxito que tuvo este tipo de espectáculos para niños en la década anterior. 

Feria de 1969 | Pequeños en un mini-coche tirado por un poni. Uno muy seriote, otra risueña y la del centro, con una sonrisa. RICARDO

De la Feria ya se había desligado el Concurso Nacional de Arte Flamenco y el de Patios, aunque seguían apareciendo en la programación de un ciclo que ya se extendía a lo largo del mes de mayo, a la vez que se aprovechaba la menor ocasión para darle relevancia a estas fechas sumando inauguraciones, como la del Zoo Municipal, en mayo de 1967. Otro ejemplo era la celebración del Día del Turismo, el 25 de mayo (tradicional fecha de inauguración de la Feria), en el que tenía lugar la elección de Miss Turismo y la celebración de una fiesta flamenca. No faltaba la Feria del Ganado, aunque eso sí, en franco retroceso; ni concursos variados como el Certamen Internacional de Radioaficionados (1964), el fútbol, con un reconvertido trofeo de Feria en el de Trofeo Patios Cordobeses, que enfrentó al Córdoba y al Málaga el 2 de mayo de 1965.

Y en ciertas casetas, algún grupo se atrevía a tocar para los más jóvenes twist y hasta algún rock and roll. Una o dos piezas, que tampoco era cuestión de molestar a los padres, y sobre todo del Dúo Dinámico y Los Brincos como autores. Muy poquísimas veces de melenudos de otros países. Ya no se oían boleros de Jorge Sepúlveda y la copla y, sobre todo las baladas italianas cuando se bailaba lento, ocupaban el corazoncito de los cordobeses en la Feria cuando había orquesta. 

Y en una década de revoluciones, grandes o pequeñas, distantes o cercanas, no podía faltar tampoco sus vientos de cambio en la Feria Taurina, más aún desde aquel cartel inaugural de Los Califas del 9 de mayo de 1965, con Manuel Benítez El Cordobés, José María Montilla y Zurito, con reses de Carlos Núñez. En el recuerdo tendrían que quedar momentos de la primera parte de la década en el coso de Los Tejares, como la propia alternativa de El Cordobés, aquel 25 de mayo de 1963, con Antonio Bienvenida como padrino, y en la que el diestro de Palma del Río salió a hombros al obtener las dos orejas. Había pocas televisiones y los bares que se hacían con alguna se convertían en auténticos centros sociales. Pero cuando toreaba El Cordobés, tanto en la ciudad, frente a esos pocos bares con televisión, como en el resto de España, la vida de todo el país se paralizaba.

Por cierto, el barrio de Ciudad Jardín, con muchas explanadas y solares aún pendientes de urbanizar y construir, comenzaba a ser un referente taurino en esos itinerarios que llevaban a los aficionados hacia la plaza de Los Califas desde el real de la Feria, en La Victoria, y a los de la provincia y del resto de Andalucía desde la antigua estación. Un sello taurino de aficionados que aún no ha perdido del todo.