Primero: ¿han oído el refrán de que «cada uno cuenta la Feria según le va»? Y segundo: ¿saben que los neuropsicólogos estiman que el 75% de nuestros recuerdos (los de la  Feria incluidos) los creamos a posteriori, los fabricamos después de que ocurran? Pues, entonces, en Córdoba solo queda una conclusión: la Feria de estos últimos 80 años ha sido como la ha contado ininterrumpidamente Diario CÓRDOBA, en cuyas páginas en color sepia se guardan la vida de la ciudad y su provincia y de cómo se veía y sentía la realidad en cada época, incluida esa celebración tan llena de vida que tan difícil es de contar.

Ese es el objetivo de este Documentos Córdoba, precisamente en el segundo año consecutivo en el que, debido a la pandemia, la Feria de Nuestra Señora de la Salud no puede celebrarse, algo que no ocurre desde la Guerra Civil. Sin embargo, y haciendo de la necesidad virtud, nada mejor que ahora para recordar la Feria que fue, la que era, la que está siendo y la que podrá ser, todo ello acompañado de Diario CÓRDOBA en su 80 aniversario.

Así, este Documentos Córdoba repasa década por década la vida de la Feria con pinceladas informativas y anécdotas que llevarán al lector a reflexiones y conclusiones que, sin embargo, seguro que no tendrán nada de superficiales. Todo ello mientras que se pone la propia época en contexto con aquellas informaciones que marcaron la década a nivel nacional e internacional y que tenían su impacto en la propia ciudad de Córdoba y su Feria, sobre todo desde finales de los años 50, con el fin de la autarquía y la reintegración de España en la comunidad internacional.

Un simple ejemplo: el artículo de opinión firmado por Victoriano Aguilera entre la información de la Feria de 1945, que bajo el título «El turismo será una fuente de riqueza para Córdoba», y con el subtítulo «Es necesario dotar a la ciudad de un gran hotel», el autor auguraba un futuro esperanzador para la ciudad en un sector cuyo potencial no podía ni soñarse entonces (quizá ni siquiera por el que llegaría a ser alcalde la década siguiente, Antonio Cruz Conde, que sí apostó por ello), y todo ello 11 años antes de que se abriese el Hotel Palace. Este DC, además de ofrecer un material fotográfico en ocasiones inédito y siempre llamativo, repasará junto a detalles de la vida social y de la ciudad la propia evolución del real de la Feria desde que ocupara apenas una zona frente a Puerta de Gallegos, con ocho casetas, hasta las 16 de 1966, las 78 de 1979 tras incorporarse las casetas de partidos políticos; las 98 de 1993, pasando a las 175 del primer año en El Arenal y bajando al centenar que se mantiene en la última década. También se hablará de un programa de actos donde todo tenía cabida (concurso de aeromodelismo o de radioaficionados, circos de todo tipo, tiro al pichón y al plato, carreras de bicicletas y de motocicletas, ajedrez, fotografía, exposiciones de grandes pintores, globos aerostáticos), aunque progresivamente la Feria fuese restringiéndose al real, perdiéndose el torneo de fútbol de la Feria (en el que llegó a jugar el Real Madrid en 1945), los espectáculos de los cuatro teatros de entonces, hasta limitarse a la programación actual del Gran Teatro o la Feria del Ganado, la gran cita del campo en los años 40 (se contaron 12.000 cabezas de reses en 1944), que fue descendiendo en presencia y significado con la especialización del sector agroganadero… hasta su desaparición en la Feria de 2000, poniendo punto final al evento que en el siglo XIII dio origen al ciclo festivo.

Por otro lado, en una de las cunas del toreo como es Córdoba el legado de la Feria Taurina es tan inmenso en estas ocho décadas que, a menos que se plantee una obra enciclopédica, hay que conformarse con pinceladas que, eso sí, buscan ser tan significativas, tanto desde los momentos en donde el toreo de Manolete obligaba a fletar trenes especiales desde diversos puntos de Andalucía, como ocurría con la Feria Taurina de 1943, hasta los últimos años convulsos del ciclo, pasando por la inauguración del coso de Los Califas y el fenómeno mediático que fue El Cordobés en los años 60, o la alternativa de Finito de Córdoba y su indulto a Tabernero (1994), coincidiendo con el año del traslado de la Feria a El Arenal.

Atención especial merecen en este DC eventos que en principio formaban parte del programa de la Feria y que se desgajaron con el paso de los años para tomar entidad propia: fue el caso del Concurso de Patios, el de Rejas y Balcones, el Concurso Nacional de Cante Jondo de 1956 (que terminaría convirtiéndose en el Concurso Nacional de Arte Flamenco desde 1965) y hasta la propia Batalla de las Flores, que recuperó la Federación de Peñas hace dos décadas con otro formato y ya desligada de la Feria. En sentido contrario estaría el aumento de la presencia del caballo en El Arenal en las dos últimas décadas, todo un ejemplo de cómo la Feria a veces da la sensación de ser un ser vivo que evoluciona con el paso del tiempo, una fascinante historia que merece la pena conocer, más aún de la mano de Diario CÓRDOBA.