Ni la duda sobre la solvencia española, ni la incertidumbre de los mercados, ni la prima de riesgo privan a los cordobeses de sus ganas de disfrutar de la Feria de Nuestra Señora de la Salud. Eso sí, este año la cosa está regular y, como dicen, el hambre agudiza el ingenio, lo que en términos feriantes se traduce como un aumento de la picaresca. Por ello, en esta edición se ha vuelto a la fiambrera y al bocadillo de casa o, los más pudientes, se dan un homenaje en Hamburguesería la Tere cuando el estómago aprieta.

La ya de por sí maltrecha economía estudiantil, que también han sufrido los recortes en la paga paternal, obliga a los jóvenes a hacer botellón para entrar achispados en las casetas y reducir el consumo. El lote completo de ron barato de supermercado, hielo, vasos y refresco sale por unos 10 euros y da, como poco, para 15 copas. En la mayoría de casetas un cubata sale por cinco euros. Así que los restos de las botellonas, metidas en botellas de agua vacías y camufladas en bolsillos y bolsos para pasar el control de la puerta, hacen las veces de petaca. Siendo conscientes de la mala situación, muchas casetas han optado por adaptar sus precios a la coyuntura económica y sacar ofertas realmente suculentas, como bonos de dos copas por cinco euros. "Se trata de seguir manteniendo la clientela hasta, por lo menos, recuperar la inversión realizada", cuenta Alejandro René Suárez, uno de los socios de El Rejoneo, una de las casetas de moda. Además, como viene siendo habitual, la belleza tras la barra -y de un tiempo a esta parte en la calle captando clientes- sigue siendo uno de los mayores reclamos publicitario en El Arenal.

Pero sin duda la gran novedad de esta edición es la vuelta al tupperware . Así se ve a las madres y padres con la prole cruzando el puente cargando con las bolsas del Piedra, aunque dentro lleven langostinos además de las tortillas, e incluso hay quien se atreve hasta con las latas de cerveza. El ahorro es muy considerable, pero hay que saber buscar la caseta apropiada para proceder con el tan austero plan. Lo más aconsejable es encontrar un lugar donde los camareros no sirvan en mesa para evitar la justificada riña. En la Caseta Municipal, por aquello de ser de todos, son más condescendientes. Eso, o se hacen los despistados.

Preguntados los dueños de varias casetas si permiten el consumo de productos de fuera, a medio camino entre el desconsuelo, la indignación y la empatía, dicen que no pero que es mejor eso a tener la lona vacía.

Cambiar el vehículo propio por el transporte público y el autobús por el coche de San Fernando supone poderse tomar otra cerveza. Por eso, no son pocos los que optan por el paseíto. También los puestos para demostrar la audacia y habilidad adaptan sus precios y se pueden encontrar partidas a 50 céntimos. Con esta crisis, las atracciones ven reducidas sus colas en comparación con los años anteriores y es que disfrutar de las emociones fuertes de los cacharritos sale caro, o mucho más caro al menos que disfrutar de los cacharros del botellón . Y así, las vendedoras ambulantes terminarán ofreciendo en El Arenal tabaco picado de contrabando. Todo para unos feriantes con poco en la cartera.