El calor asfixiante que estos días azota El Arenal ha hecho que muchos recuerden con melancolía la feria de Vallellano, ésa en la que no había casetas tradicionales y populares, ni falta que hacía, porque todas las casetas eran públicas y bonitas. Aquella feria en la que si uno quería comer en un restaurante, cruzaba la calle y se metía en uno de verdad y no en una caseta disfrazada, y si se metía en una caseta, lo hacía porque quería bailar y tomar algo y no porque estuviera huyendo de la calima, o si se ponía demasiado al sol, podía refugiarse bajo un árbol de los que dan sombra. Ahora hace falta valor para ir a la feria. Si llueve, porque llueve y las casetas se calan y se cala todo. Y si no llueve, porque te achicharras. En un recinto con tantas deficiencias estructurales, da igual el color de los farolillos y el nombre de la caseta municipal. Importan otras cosas, las básicas, como el poder respirar. Máxime cuando los recortes han hecho que se suprima el entoldado y el microclima en la calle de Enmedio, para desgracia de los ciudadanos que acuden al real al mediodía. O, en pleno siglo XXI, la comunicación. Y es que el uso masivo del móvil y la austeridad extrema han hecho que los cordobeses retrocedan 20 años en el tiempo para volver a esa época en la que la gente se encontraba y se perdía de sus amigos sin posibilidad de reencuentro. "Por la noche, no hay manera de comunicarse por teléfono con nadie porque todos los móviles fallan", confirmaba ayer el portero de una caseta, a lo que responsables municipales respondían echando la culpa al wassapp , "que satura las líneas", y no al hecho de que solo se ha contratado un repetidor de telefonía. Menos mal que el cordobés de a pie tiene el pellejo duro y aguanta lo que le echen. Y ayer, a pesar de la crisis, los recortes, el calor y el calor, que vale por dos, acudió al recinto ferial olvidándose de todos los contra y apostando por los pros. De ahí que las casetas en las que se come barato y bien estuvieran al mediodía a rebosar. Y esta vez no de comidas de empresa, sino de familiares y amigos fieles a esta cita de mayo. Jóvenes Abogados fue una de las que recibió un aluvión de público, que llevó a los camareros a trabajar a todo trapo. "Esto es mejor que una dieta si se quieren perder kilos", bromeaba uno ellos. También hubo muchos caballos y carruajes como el de Antonio Jesús Aguilar que estos días recorre el real cargado de avituallamiento y paseando, sobre todo, a mujeres guapas. "Esto es una forma de vivir la feria, compartir con mis amigos mi carruaje e invitarlos a una copa".