Puede que este año el gobierno municipal y la oposición sigan discutiendo qué modelo de Feria hay e, incluso, si realmente existe un modelo de Feria. Lo que sí hay que reconocer, aunque a algunos no les guste cuestiones como la llamada "zona de encuentro" del Balcón del Guadalquivir, es que lo que hay en la Feria esta este año un poquito más ordenado.

Por lo menos, esa era la sensación que transmitía anoche el aparcamiento al otro lado de la A-4, que además de haber eliminado el improvisado campamento que se levantaba y que tan mala imagen daba a los que pasaban por la Autovía, tiene capacidad para acoger 3.200 plazas y cuya estancia por un día cuesta 6 euros. El párking, pensado sobre todo para visitantes de la provincia, puede convertirse en un indicador para ver si este público regresa a la Feria. Al respecto, ayer, poco antes de medianoche, solo habían pasado 200 vehículos, según fuentes municipales.

Otro aspecto que ha ordenado un poco la Feria (todo lo que la fiesta puede tener de orden) es la calle de Enmedio, uniformada y espléndida en blanco y azul, aunque quizás con una iluminación algo tenue. Ahora mismo, la Feria es todo un logotipo por la Capitalidad. El visitante de fuera de la ciudad tiene que salir impresionado de lo europeístas que nos hemos vuelto los cordobeses.

En tercer término, también el botellón tiene su sitio, en el Balcón del Guadalquivir. La parte trasera de la calle Guadalquivir, junto al río, convertida años atrás en botellódromo y gigantesco urinario. Este año, más que los pequeños carteles que salpican la zona advirtiendo que está prohibido el botellón, son los potentes focos instalados los que más contribuyen a que la gente se comporte como niños buenos y no cometan actos incívicos.

En todo caso, el revés que sufrió la pasada semana la salud de la cantante Luz Casal dejó anoche, por primera vez que se recuerde, a la Feria de Córdoba sin su concierto inaugural. Un día en el que, también de forma inédita, las autoridades municipales procedían a clausurar una instalación circense, el Circo Alaska, por motivos de seguridad, según el Ayuntamiento.

No es un buen comienzo, pero a fin de cuentas, a las ferias, como otras tantas cosas importantes en la vida, se les recuerdan por cómo se desarrollan y, sobre todo, por cómo acaban, no por cómo empiezan.