La atención que la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, ofreció ayer a los medios de comunicación en la puerta de un restaurante se vio interrumpida por el canto de una niña que, al verla, no tuvo reparo en acercarse, pandereta en mano, para pedirle el aguinaldo. Cuando acabó de cantar, la exalcaldesa aún realizaba sus declaraciones y la pequeña se marchó con las manos vacías.