La noticia sobre las artimañas de la compañía Volkswagen nos ha dejado un poco perplejos. Los sistemas de control sobre emisiones de gases, que algunos de sus vehículos incorporaban, eran falsos. No existían. Lo único que controlaban era anticiparse al propio control; ese que, los organismos competentes aplicaban, para ver el cumplimiento de la normativa sobre contaminación del aire. Un sistema informático en el vehículo, detectaba esta prueba contaminante y cambiaba los datos reales por otros falsos, que se aproximaban a los exigidos como un buen reloj. Este juego sucio en la industria, viene a confirmar la tónica general del pillaje que las compañías mercantiles ponen encima de la mesa para afrontar, sin escrúpulos, épocas de crisis. Hoy la del automóvil; mañana, Dios dirá. A este paso no se libra ni la Macarena bendita.