Es muy habitual, durante los fines de semana, la presencia por las calles de más ambiente en las ciudades, de grupos de jóvenes, principalmente del mismo sexo, que alardean, megáfono en mano, con el anuncio de la próxima unión matrimonial de uno de ellos. Al estilo de las tómbolas que se colocan en los paseos o aledaños de las ferias, estos jóvenes, deambulan entre las terrazas de bares y cafeterías, ataviados con atuendos que aluden alegóricamente al sexo. No les extrañe ver al protagonista principal de la quedada (él o ella) con un pene o una vagina en la cabeza o en la espalda. Pero la afrenta principal, no radica en esos penes o vaginas de plástico, sino en los improperios que tenemos que escuchar, sí o sí y sin previo aviso, desde nuestras casas. ¡Qué horterada, por Dios!