En febrero de 1941, el daño causado por un vendaval arruina la iglesia carmelita de Puerta Nueva y obliga a la orden de los calzados a cerrar el templo. El derrumbamiento del artesonado mudéjar y de la techumbre redujo a escombros la historia de una iglesia íntimamente vinculada a Córdoba desde 1542. Justo diez años después, gracias a la generosa aportación de doña Carmen Chaparro, con 240.000 pesetas para reconstruir la bóveda, y otras 80.000 pesetas recaudadas de las principales casas de la ciudad, el templo carmelita se reabrió al culto. Inmediatamente, la imagen de la Virgen del Carmen fue trasladada desde la iglesia de la Magdalena a su casa secular de Puerta Nueva. La procesión y la reinauguración constituyeron un excelente pórtico a la Semana Carmelita vivida en las parroquias, centros de trabajo y colegios, donde se efectuaron numerosas imposiciones de escapularios. Los actos culminaron con el desfile procesional de la imagen mariana por las calles del centro y la consagración de la ciudad a la Virgen del Carmen en un multitudinario acto en las Tendillas.