Más Europa contra la crisis, esa es la receta. El firme compromiso de los líderes europeos en la cumbre del G-20 de "adoptar todas las medidas necesarias para salvaguardar la integridad y la estabilidad de la zona euro" ha bastado para devolver algo de serenidad a los mercados financieros y restablecer --de momento-- la confianza de los inversores en el futuro del euro. El coste de la deuda pública y las primas de riesgo de los países más frágiles, como España e Italia, bajó ayer significativamente a lo largo del día.

La UE y la eurozona tienen nueve días para consolidar esa recuperada confianza mediante el diseño, en la cumbre europea del 28 y 29 de junio, de un plan claro, detallado y ambicioso para profundizar la integración económica y política, que corrija las lagunas de la unión monetaria del Tratado de Maastricht.

PROTAGONISTA FORZADA Europa, debido a la agravada crisis de desconfianza, fue la protagonista forzada de la cumbre del G-20 en Los Cabos (México). Esta crisis de desconfianza, desencadenada por el lento y torpe proceso para salvar a Grecia, ha atrapado en dos años a Irlanda y Portugal y amenazaba ahora con engullir también a España e Italia.

El temor a un colapso de la eurozona, con consecuencias catastróficas a nivel mundial, impulsó al resto de los líderes a reclamar a Europa un compromiso firme para preservar la integridad de la zona euro y a reflejarlo en la declaración del G-20. "Hay un llamamiento global para que Europa profundice su integración", admitió el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. "Una eu- rozona más fuerte e integrada se ha convertido en una necesidad mundial real. Este es uno de los mensajes importantes del G-20", añadió. "La UE está decidida a mostrar la irreversibilidad del euro", destacó el presidente de la UE, Herman van Rompuy.

La eurozona se ha comprometido a mantener a Grecia en el euro, ayudar a España a sanear el sector bancario, completar la integración económica europea, impulsar el crecimiento a través de reformas e inversión y proseguir el saneamiento de las cuentas públicas. A lo largo del último año, se ha dotado de un sistema de gobierno económico europeo. Esto ha corregido una de las carencias de la unión monetaria y debe completarse con los dos reglamentos en trámite, que reforzarán el poder del Eurogrupo para colocar a un país bajo tutela y forzarle a rectificar su proyecto de presupuesto nacional.

PLAN DE FUTURO El nuevo paso ahora será el plan para avanzar hacia una mayor integración económica y política, lo que debe discutirse en el Consejo Europeo del 28 y 29 de junio, con el objetivo de fijar un calendario, etapas y condiciones a cumplir en cada fase, como ya reclamó el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. Este plan confirmaría la irreversibilidad del euro y contribuiría a afianzar la confianza de los inversores, pese a los problemas concretos de algún estado.

La primera fase será la creación escalonada de una unión bancaria europea, con un sistema de supervisión europeo, un fondo para recapitalización y liquidación de bancos en crisis y un mecanismo de garantía de depósitos. Esto debería complementarse con una mayor integración fiscal, que hiciera posible a medio plazo la emisión de eurobonos y algún tipo de mutualización de la deuda pública de los países de la eurozona.

Otra asignatura pendiente es la creación de un mecanismo financiero de intervención en caso de problemas que sea más ágil y efectivo que el actual y el futuro fondo de rescate europeo. Las rigideces, exigencias y contrapartidas del fondo de rescate han impedido que fuera un cortafuegos útil para contrarrestar el castigo de los mercados a la deuda de España e Italia.