Erudito, investigador antropólogo, académico, cronista de Pozoblanco y cofundador de la Asociación Provincial de Cronistas, escritor, archivero diocesano... pero, sobre todo y con mucho orgullo de serlo, sacerdote. Así puede resumirse el espíritu con el que el pozoalbense Manuel Moreno Valero afrontó la jornada de celebración de sus 50 años de ordenación, medio siglo en el que ha ido dejando su legado de investigador curioso y su saber hacer como sacerdote primero en Posadas, para pasar después a Azuel, Obejo y, desde hace ya 40 años, a la iglesia de Nuestra Señora de Araceli, en Córdoba.

El caso es que la jornada de celebración de Moreno Valero tuvo dos momentos particularmente emocionantes. El primero, la misa en la que el cura reflexionó sobre la fe en la familia y la necesidad de que, como en su caso, los padres fomentaran un ambiente para que se pueda desarrollar una vocación. En segundo término, un almuerzo de homenaje que congregó a nada menos que 250 participantes en el Salón Liceo del Círculo de la Amistad, viejos y nuevos amigos de toda una vida de trabajo como estudioso y como sacerdote.

Una reflexión del propio Moreno Valero resume la jornada de ayer cuando, hablando de todos los lugares y todos los variopintos foros en los que ha estado, reconocía que "he hecho lo que creo que el sacerdote debe hacer". Que, por cierto, no es poco trabajo.