No podía ser de otra forma. Son muchos años de callado esfuerzo en el patio de la calle San Basilio 22, en el castizo barrio del Alcázar Viejo, mucho tiempo de trabajo en la trastienda del mes de mayo, muchas ilusiones compartidas primavera tras primavera. Así, es fácil comprender la emoción que visiblemente embargaba ayer a Francisco Leiva Campoy al recibir, en un acto en el Palacio de Orive, el tercer Clavel de Oro que ha concedido la asociación de patios cordobeses Claveles y Gitanillas en la tercera edición de este certamen.

Leiva le dio todo el mérito a su esposa y le dedicó la distinción. Sin embargo, a sus 84 años, el galardonado personificaba ayer el espíritu de este premio y los valores que quiere defender el premio, que son los mismos que la asociación intenta que se reconozca: el trabajo callado, abnegado e inmenso de los responsables de los patios cordobeses a lo largo de todo el año.

Tampoco se quedó atrás Mercedes Moreno Aroz que, "desde su trabajo en la Diputación siempre ha estado apoyándonos", recordaba ayer Leonor Camorra, presidenta de la asociación Claveles y Gitanillas. Y no es para menos: "Gracias a Mercedes echaron a andar las primeras jornadas de los patios en Navidades", recordaba la presidenta del colectivo.

Y es que, además de plantas, hay espíritus bellos que florecen en los patios. Hasta en el más crudo invierno.