El calor también puede ser un atractivo turístico. Ayer lo comprobé cuando, en hora punta del señor Lorenzo, el conductor de un autobús cargado de japoneses hizo una parada frente al termómetro situado a la entrada del puente de San Rafael para permitir que turistas orientales hicieran la foto de rigor del marcador con el objetivo de volver a casa con la prueba de los rigores del verano cordobés.