"Tranquilos, tranquilos, que esto no es una competición". Francisco, uno de los monitores de la Marcha Nocturna de las Fuentes de Espejo, trataba de calmar así a los numerosos niños que participaban en esta actividad. Los pequeños correteaban dejando a los mayores atrás por el camino que los llevaba hasta el aljibe romano, la primera parada. Al llegar allí, se despertó la curiosidad de muchos: "¿Ahí qué hay?", preguntaban. Sus dudas se resolvieron al entrar a verlo.

Desde el aljibe, partieron por una empinada cuesta hasta La Fuensanta. Cuando ya habían subido un buen tramo, se oyó a uno de los más pequeños preguntar: "Mamá, ¿dónde está Espejo?". Su madre le dio la vuelta para mostrarle la hermosa vista del pueblo que desde allí se divisaba, coronado por el castillo y la iglesia iluminados. Estaba anocheciendo.

Por fin en lo más alto del cerro La Carrascosa, los telescopios estaban preparados para la observación astronómica. El viento dificultó la actividad. Sin embargo, todos pudieron disfrutar de unas magnificas vistas de Saturno. Y, sobre todo los niños, quedaron impresionados con la vista de la Luna: "He visto el mundo", gritaba uno.

A la llegada al pueblo fueron recibidos con aplausos, refrescos y comida.

La conclusión era clara: esta actividad, organizada por la asociación de vecinos del Pilar Salado, hay que repetirla.