La Noche Blanca del Flamenco fue larga y cordobeses y foráneos se rindieron ante todo el arte que invadió la ciudad. Se tocaron todos los palos del flamenco, incluido el palique , este último inventado por los ciudadanos, que con su charla impidieron oír algunos espectáculos, en los que se escuchaba más la charla de los asistentes que las voces de los propios cantaores participantes.