Afortunadamente el edificio de la estación de Luque se ha preservado hasta hoy, habiéndose convertido en bar, restaurante y tienda, donde recalan muchos usuarios de la N-432 y de la Vía Verde de la Subbética. Los hermanos Molina, gestores del negocio, atienden a los japoneses que allí llegan con frecuencia. Para que no pierda su condición de vieja estación, se conserva un vagón de madera y los depósitos de agua.