Casas como estas de la calle Huertas son fieles testigos de un tiempo en que en Lucena existían otros modelos de convivencia ciudadana. Entonces, las familias compartían mucho más las vicisitudes diarias con sus vecinos. Todavía no se habían puesto de moda los pisos, a los que sucedió otra vez la de las casas. Y en este lugar, ajeno a todo ello, se respira la misma tranquilidad de hace décadas, como si hubiera detenido el calendario.