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El rearme español

Internet de máquinas de guerra, visión infrarroja, comunicación segura… La industria espacial catalana halla nichos de actividad en la defensa

Un satélite del sistema europeo Galileo.

Un satélite del sistema europeo Galileo. / Agencia Espacial Europea

Madrid

“Jaume, un campo de batalla es un caos absoluto”, le dijo un militar al CEO de la firma catalana Sateliot. “Una vez comienza el choque, es difícil saber dónde ir, cómo está cada uno, dónde está cada cosa…”, le explicaba. Y con esa descripción aquel oficial le estaba describiendo a Jaume Sanpera el nicho militar en el que encaja la Internet de las Cosas. La IoBT (internet de las cosas de batalla) es la nueva y acuciante necesidad tecnológica de las Fuerzas Armadas, y hoy solo se puede asegurar repicando la señal desde el espacio.

La guerra de Ucrania ha demostrado dos detalles del papel de los satélites: uno, su poder para aclarar el campo de batalla y organizar el mando y control de la defensa ucraniana. El otro, que el magnate Elon Musk puede encender y apagar el servicio de su constelación Starlink cuando quiera, y dejar ciego a su cliente en plena guerra. “Necesitamos un medio soberano”, explica Sanpera, ingeniero barcelonés, cofundador de la firma que puso en órbita al nanosatélite pionero Enxaneta, hoy al frente de una empresa que aspira a tener desplegada una constelación de 423 satélites en 2030.

Faltan solo cinco años, pero las cosas están acelerando en el sector. Lo propicia la percepción de la amenaza en la guerra de Ucrania, la paulatina desafección de Washington, y “una Europa que está reaccionando, aunque sea a base de sustos”. También España, y también Catalunya.

Ronda de consultas

De la misma manera que con sus satélites ha querido Sanpera proporcionar servicio de telefonía en lugares donde no se puede contar con operadores convencionales, también ahora ofrece a la defensa la posibilidad de que los soldados, con relojes inteligentes en sus muñecas, puedan comunicar a sus compañeros y a su mando dónde están, cómo están sus constantes vitales cuando se desencadena la batalla, cuánto material les queda, “saber que tienes un cargamento de munición a diez metros a la derecha, o que puedes evacuar por allí o por allá, pese al jamming con el que el adversario anula tu GPS”.

Jaume Sanpera, CEO de Sateliot

Jaume Sanpera, CEO de Sateliot / Marc Asensio Clupes

Jaume Sanpera y Sateliot, como otros empresarios y empresas del sector, se ven aludidos por la nueva estrategia espacial que presenta la Generalitat de Catalunya, con un propósito declarado de inversión pública (250 millones) y medidas para anclar la industria catalana del espacio, que no halle razones para buscar otros emplazamientos que un ecosistema catalán que aspira a ser polo español y europeo de la industria del satélite... incluidos sus usos militares.

Ha habido un paso previo a la presentación de la estrategia espacial: consultas con las empresas. De las 25 firmas estratégicas españolas en este campo, media docena están afincadas en Catalunya. “Debatimos en grupos, con notas en post-it, trabajando, dando opinión. Ha sido bidireccional, un intercambio de ideas”, cuenta Carlos Fernández, CEO de Telespazio Ibérica, filial del grupo espacial italiano ligado al gigante del armamento Leonardo, con una pata en Madrid y otra en Barcelona.

Parte de esos contactos tuvieron lugar en la Llotja del Mar de Barcelona, durante el New Space Congress de julio pasado. “Tuvimos oportunidad de intercambiar puntos de vista sobre cómo esperamos que la Administración sea capaz de crear un polo suficientemente atractivo para atraer inversores y compañías, y de fijar talento”, explica Carles Franquesa, consejero delegado de Aistech Space, compañía especializada en obtener visiones del planeta con cámaras térmicas.

Más capital

Se diría que el momento que vive la industria espacial en España se asemeja a un avión despegando: debe acelerar, o se estrellará. Los tres empresarios consultados coinciden en que es el momento. “El sector… no es que se la juegue, pero sí tiene una oportunidad para crecer y despuntar como sector económico y tecnológico”, dice Franquesa.

Carles Franquesa, CEO de Aistech Space.

Carles Franquesa, CEO de Aistech Space. / José Luis Roca

Cuenta Carlos Fernández (Telespazio) que el sector “está en ebullición. Hay mucho interés por las soluciones que podemos ofrecer”. Hace tiempo que este físico de 56 años no veía cruzarse tantas llamadas en un flanco industrial que emplea a 5.000 personas, gobernadas por unos 200 ejecutivos. “Todos nos conocemos, es un sector pequeño, y últimamente nos cruzamos mucho en eventos, reuniones…”.

Y parece que esos ejecutivos quieren ir más deprisa en Catalunya: “Tenemos una ventana de oportunidad, pero no será eterna”, dice Jaume Sanpera, que aboga por “pasar de la mera investigación a ya la encarnación industrial de los proyectos”.

Para eso se necesita inversión dispuesta al riesgo, en un campo de capital intensivo y con muchas pruebas que pueden no salir bien. El sector espacial “está formado por compañías del todo o nada”, explica Sanpera. A sus colaboradores les suele abundar: “Este proyecto, o sale muy bien, o no va a ir adelante. No caben constelaciones de medio gas”.

Carlos Fernández, CEO de Telespazio Ibérica

Carlos Fernández, CEO de Telespazio Ibérica / I. C.

Para Carlos Fernández, hay algo que impide brotar una California europea del Espacio. En Silicon Valley, que conoce bien, “hay un ecosistema inversor privado ágil, que en pocos días lleva adelante una idea. En Europa somos muy lentos, pero es que… el futuro no se predice, el futuro se produce”, dice citando uno de sus lemas.

No obstante, Franquesa se muestra por su parte optimista: “Este es un nicho que va a crecer, absolutamente”. Y en ese terreno de juego ve clave el papel de las pequeñas empresas, porque “por agilidad, somos capaces de asumir retos que las grandes compañías, por dimensión, acogen con más lentitud”. En el futuro no ve fagocitación, sino “crecimiento y colaboración”.

Usos militares

Durante los últimos aguaceros sobre Catalunya, la Generalitat no pudo enviar un SMS de alerta a dos municipios porque se había caído el servicio de telefonía móvil por postes. El significado más descarnado de lo dual en tecnología espacial consiste en que esas necesidades que se resuelven en el infierno de la guerra son muy parecidas a las que se abren en una catástrofe natural, una exploración en zonas sin cobertura o, quién sabe, otro apagón en toda la península que deje a España sin teléfono, a expensas de lo que aguanten las baterías de los postes y los móviles.

La perspectiva de grandes inversiones en el rearme español han dotado de todo su significado a eso de lo dual. No es solo en Catalunya, “a nivel nacional todos hablamos con más naturalidad de las aplicaciones, tecnologías y usos que podemos dar para mejorar la seguridad”, dice Franquesa desde su despacho en Sant Cugat. En su opinión, es un cambio propiciado por “la situación geopolítica -o sea, la guerra en Europa-, que ha hecho que veamos aquello que antes no veíamos”.

Y eso que no se veía, que llegó incluso a ser tabú en la industria espacial y las escuelas de ingeniería, ahora es una actividad normalizada. Con tres satélites en órbita -y previsión de lanzar otros seis en 2026, y de llegar a 48 en 2029- Aistech presta imagen infrarroja a la Guardia Civil y al SatCen, centro europeo de vigilancia espacial con pata en la base aérea de Torrejón; y desarrolla además un programa para elaborar mapas en tiempo real del mar y sus dark vessels, los barcos que no informan de su presencia activando el sistema AIS de localización.

Recepción de señal satélite en un puesto de control español y polaco en el campo de maniobras danés Oksboel, durante el ejercicio Dynamic Front 23.

Recepción de señal satélite en un puesto de control español y polaco en el campo de maniobras danés Oksboel, durante el ejercicio Dynamic Front 23. / ET

El tabú de trabajar para la defensa “ha caído rápidamente a nivel gran público y a nivel empresa -dice Sanpera- y hoy se entiende que debemos defendernos”. Con sus satélites ofrece detectar incendios en tiempo real, “y lo mismo que se puede geolocalizar a un soldado, se puede con un lince, o con un contenedor…”.

“Sector espacial y sector militar han ido tradicionalmente de la mano”, apunta Franquesa. Sobre todo con uno de los motivos de su nacimiento, que no solo era la observación espía, también la llamada Milsatcom (comunicaciones militares vía satélite).

Ese es uno de los nichos en los que opera Telespazio, compañía en frecuente contacto con el Ejército del Aire y que tiene a un general retirado entre sus directivos. La rama española de la firma italiana cuenta con una aplicación que sirve para seguir incendios, pero también serviría determinar blancos, entre otros usos militares.

Coincide el rearme español y europeo con el hecho de que no hay ya defensa sin satélites. Y en la industria lo saben. “No hay ese tabú -resume Fernández- porque hemos visto la guerra cerca de nuestras fronteras, hemos visto también el valor del espacio en esas circunstancias y eso ha hecho reflexionar a todo el mundo”.

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