Leire Díez, hasta el martes la militante sin cargos más famosa del PSOE en los últimos tiempos, dice que ahora puede hablar. Como afiliada, sostiene, se veía atada por los estatutos del partido, que le impedían intervenir en los medios sin el visto bueno de la dirección socialista. Por eso, según su versión, presentó su baja, tras ser interrogada en Ferraz durante dos horas por un responsable del equipo jurídico y mantener un breve encuentro con el secretario de Organización, Santos Cerdán. Pero lo que ha dicho este miércoles, en una comparecencia sin preguntas celebrada en un hotel de Madrid donde se han vivido escenas surrealistas, como un final en el que ha sido increpada por Víctor de Aldama, presunto cabecilla de la ‘trama Koldo’, no es muy distinto a lo que venía explicando desde que estalló el escándalo.
