Fin de año
Una "Asturias desacomplejada" sobre su identidad: el discurso completo de Adrián Barbón para despedir el año
En su opinión, cada uno de esos objetivos "bastaría por sí solo para justificar el respaldo a esta ley" al tiempo que ha apuntado que la mayoría parlamentaria que la ha apoyado "es más que una suma aritmética"
Redacción
Las últimas horas del año son un momento propicio para el reencuentro. Con estas palabras tengo el honor de volver a dirigirme a vosotros, a los asturianos y asturianas, cuando nos disponemos a dar la bienvenida a 2025 cargados de ilusión, con el ánimo repleto de esperanzas y proyectos.
Os deseo, de corazón, felices fiestas. Una felicitación cargada de orgullo, pues hace unas semanas, la Unesco declaró la cultura sidrera patrimonio de la humanidad, una decisión histórica y por esa razón os hablo con toda la intención simbólica desde el Museo de la Sidra, en Nava. Pocos reconocimientos pueden enorgullecernos más.
Tenemos que ser conscientes de su hondo significado. Para el gobierno supone un acicate para trabajar con ahínco a favor del mundo de la sidra, pero es también una llamada de atención a Asturias entera, para que valoremos como se merecen nuestra tradición, nuestra cultura y nuestras lenguas. La fuerte autoestima que sentimos al conocer la noticia no puede ser una emoción fugaz, ha de cristalizar en un impulso constante.
Esa es una de las lecciones más importantes. Una Asturias desacomplejada, que aprecia su identidad, será siempre una Asturias mejor dispuesta para proyectarse hacia el futuro, para ganar su porvenir.
Con esa convicción afrontamos los desafíos de 2025. La semana pasada, la Junta General aprobó el proyecto de presupuestos, que aportará los recursos necesarios para reforzar las políticas de vivienda y juventud y mejorar la atención a la salud mental. Cada uno de esos objetivos bastaría por sí solo para justificar el respaldo a esta ley. La mayoría parlamentaria que la ha apoyado es más que una suma aritmética: supone una alianza de responsabilidad, una demostración de política útil, equiparable a la voluntad de diálogo y consenso exhibida por los sindicatos y el empresariado en el pacto de concertación.
Nadie puede sentirse ajeno a las dificultades para acceder a una vivienda digna. Cuando una aspiración tan elemental empieza a parecer un sueño o, en el mejor de los casos, una lejana meta para gran parte de la juventud, algo va mal. Es impensable que un gobierno progresista dé la espalda a esa realidad. Por eso el presupuesto concentra el mayor incremento en las partidas de vivienda. Lo mismo cabe afirmar respecto a la salud mental, una de las plagas de nuestros días. Las asignaciones previstas permitirán contar con más recursos y profesionales, requisitos indispensables.
Hablo, en ambos casos, de fortalecer el estado de bienestar. La calidad de los servicios públicos es uno de los distintivos de Asturias, otro patrimonio que tampoco entiende de banderías. Cuando, como ha ocurrido recientemente, los avances de la sanidad pública se convierten en referencia para hospitales de todo el mundo o la competencia del alumnado sobresale en los estudios internacionales, encontramos más razones para sentirnos orgullosos de Asturias.
Robustecer esa arquitectura social, ampliarla para combatir la soledad no deseada, extender la red de escuelines o facilitar, hasta la gratuidad, los estudios universitarios a las familias de rentas medias o trabajadores, es hacer un buen uso, quizá el mejor uso posible, de los recursos públicos. Son tres compromisos que haremos realidad en 2025 para continuar avanzando por la década del cambio, de la mano también de la vía fiscal asturiana, pensada para ayudar más a quienes más lo necesitan.
Los últimos datos constatan que Asturias atrae mucha más población de la que emigra. Ese saldo aporta la mejor prueba de que el Principado es ya una tierra de oportunidades. A la hora de elegir nuestra comunidad para vivir, trabajar e invertir, la calidad de vida es un factor de primer orden.
El estado de bienestar favorece la igualdad y, con ella, la generación de riqueza. A este fin contribuirá también un esfuerzo inversor que supera los mil millones y las mejoras en las comunicaciones que trazan la geografía de la Asturias hiperconectada. Los éxitos de la alta velocidad ferroviaria, la oferta de vuelos y la tarjeta Conecta tendrán continuidad con nuevos progresos. Soy consciente, además, de que la culminación de este salto adelante no admite más demoras en las grandes infraestructuras pendientes.
Trabajaremos con tanta lealtad como firmeza, porque el gobierno de unidad progresista y vocación reformista afronta los problemas de cara. Con argumentos y razones, no desistimos de meta alguna.
También con altura de miras. En 2025, el eslogan Asturias, paraíso natural cumplirá 40 años. Sin una visión a largo plazo, sin el convencimiento de que un buen gobierno no puede atascarse en la gestión de lo inmediato, esa apuesta hubiera sido imposible. Hoy el turismo es uno de los sectores con mayor horizonte de crecimiento. De nuevo nos toca encender las luces largas y anticiparnos para preservar ese modelo sostenible, alejado de la masificación e identificado por completo con nuestros recursos naturales. Ese es el fin de la regulación de las viviendas turísticas y de la tasa voluntaria que podrán aplicar los ayuntamientos.
Con igual perspectiva hemos de hablar del medio rural y la industria, entender que los dos serán claves en la nueva economía verde.
La urgencia, en este caso, se llama Unión Europea. Si podemos intuir que 2025 será importante para muchas cuestiones, tenemos la certeza de que será crucial para la industria y, en especial, para la siderurgia integral, irrenunciable para Asturias. Las políticas de terceros países obligan a la UE a reaccionar sin letargos burocráticos. Asturias se encuentra en una situación de ventaja para liderar la descarbonización, pero necesita el empuje de una política industrial europea en condiciones, una carencia que está transformándose en emergencia.
Hace unas semanas, el Levante sufrió una dana arrasadora. Como presidente del Principado, reitero nuestro pesar a todas las familias y amistades de las víctimas.
Ante la devastación, la sociedad asturiana reaccionó de inmediato con la solidaridad que la caracteriza. Esa respuesta dice mucho de Asturias. Entre los deseos para 2025 incluyo preservar como un tesoro esa vocación solidaria, que aparca las divergencias para entregarse con generosidad a lo que más importa. Es una reflexión que también sirve para nuestro clima de convivencia, alejado de la polarización tóxica de otras partes.
Estas fiestas son entrañables para todos, pero de un modo muy especial para las personas que viven fuera de Asturias. Probablemente, nadie como ellas habrá sabido valorar el reconocimiento mundial de la cultura sidrera, de esa plena e inconfundible manifestación de asturianía. Como se comparte la sidra, con alegría y amistad, comparto con ellas y con todos vosotros las mejores intenciones de estas palabras.
Feliz 2025. ¡Puxa Asturies!
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