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Diplomacia del tabaco: el incidente de Gibraltar expone un problema de contrabando que dificulta el Tratado

Para derribar la Verja que separa España del Peñón hay que armonizar el precio del tabaco a ambos lados

4 de enero de 2011.- Agentes de policía patrullan entre la frontera entre España y Gibraltar en La Línea de la Concepción.

4 de enero de 2011.- Agentes de policía patrullan entre la frontera entre España y Gibraltar en La Línea de la Concepción. / JORGE GUERRERO

Mario Saavedra

A uno le partieron la cara de una pedrada y al otro, la nariz. La agresión a dos agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera de España en una playa de Gibraltar el pasado jueves ha expuesto uno de los problemas de fondo que hay con la colonia británica: el contrabando de tabaco y todo lo que conlleva. Primero, un problema de violencia, el derivado de las bandas de traficantes que operan en Algeciras con la mercancía almacenada en Gibraltar; segundo, el del lucro que el Peñón obtiene de los aranceles del tabaco que importa y que luego se vende en parte de forma ilegal en la Península a un precio más bajo.

Este es uno de los puntos que se trata de abordar en las negociaciones para un Tratado sobre el encaje de Gibraltar en Europa tras el Brexit. Se habla de la posibilidad de limitar la diferencia de precio a un máximo del 26% más barato en Gibraltar y de dar un plazo (se especula con 25 años) para que los precios terminen siendo similares a ambos lados; todo, según fuentes aduaneras españolas. 

Para comprender el problema de fondo hay que seguir el rastro de las lucrativas cajetillas de tabaco. Gibraltar las importa a precio de coste de países como Chipre o Luxemburgo, entre otros. Decenas de millones de cajas cada año. Entran de forma legal y controlada por la Verja, pero también a través del puerto de Gibraltar, sin que España sepa qué cantidad.

En ese proceso, Gibraltar cobra unos impuestos, que dejan en sus arcas públicas centenares de millones de euros, según estimaciones de fuentes españolas (Gibraltar no hace pública esa cifra). Una pequeña parte de ese tabaco importado es para el consumo de los propios “llanitos” (32.000 personas) y para los turistas y población flotante (del orden de 15.000 personas más cada día). ¿Dónde va el resto? El año pasado entraron 26 millones de cajetillas solo por la Verja. Demasiado para el consumo local, alega España

Según el relato de las fuentes aduaneras, el grueso vuelve a España, ya en forma de contrabando a un precio mayor, pero aun así más barato que en la Península. Las cajas se almacenan en el Peñón y, de noche, son introducidas en las playas de la Bahía de Algeciras, aledañas al Peñón. La llevan traficantes que conducen lanchas motoras a toda velocidad, para evitar a las patrulleras españolas. Unas 20 cajas por lancha cada noche, 10.000 paquetes de tabaco, según Aduanas. 

Fuentes aduaneras hablan de nueve neumáticas que trabajan todas las noches de forma coordinada Una vez en Cádiz, la recogen jóvenes que pueden recibir 300 euros cada noche de trabajo y se almacenan en las llamadas “guarderías” (por ser el lugar donde se guardan), antes de venderlas en España.

Son esos traficantes los que apedrearon a los tripulantes de la lancha del Servicio de Vigilancia Aduanera la semana pasada en la playa Eastern Beach de Gibraltar, después de que encallaran allí en plena persecución. En un vídeo en el que quedaron registrados los hechos, se veía dos lanchas neumáticas en la arena de la playa: una blanca, de los traficantes; otra negra, una del Servicio de Vigilancia Aduanera español, que la perseguía. Falló el motor de la neumática española, y el viento de levante más la inercia de la carrera la empujó hacia la playa del lado gibraltareño.

Los agentes españoles quedaron atrapados y expuestos a la ira de la turba de traficantes, que les atacaron con una lluvia de piedras mientras aprovechaban para recuperar todas las cajas de tabaco aprehendidas. La agresión contra los agentes ha quedado impune, porque los cuatro agentes de la Policía Real y de la Aduana de Gibraltar que se acercaron al lugar del incidente no realizaron detención alguna. Según la versión Gibraltareña, se vieron sobrepasados por “unas 25 personas” y, además, iban desarmados. 

El tabaco y el tratado sobre Gibraltar

Reino Unido y la Unión Europea llevan cerca de dos años y 12 rondas de negociación para tratar de evitar un “Gibrexit” duro (que terminaría con España y la UE imponiendo una “frontera dura” con Gibraltar al tráfico de personas y mercancías) y, en su lugar, derribar la Verja de separación y crear una zona de continuidad entre Campo de Gibraltar y Gibraltar, un área “de prosperidad compartida”. España ganaría un empujón a la economía de la zona y una especie de “asimilación” simbólica del histórico territorio. Gibraltar, por su parte, no perdería del todo el estatus que tenía antes de la salida de Reino Unido dentro de la Unión Europea y las posibilidades comerciales y empresariales que ello conlleva y que permiten a los gibraltareños tener la tercera renta per cápita más alta del mundo (78.000 euros).

Lo que lleva a la cuestión de los ingresos por el negocio del tabaco en Gibraltar. La cifra total es oficialmente una incógnita. El Gobierno de la Roca cobra a las empresas importadoras unos aranceles por la importación de las cajetillas a su territorio al por mayor. Luego entran en juego los traficantes. Ellos pagan por el almacenaje, a la organización criminal, a la tripulación de la lancha (normalmente tres personas, un piloto y dos operarios), por la recogida en las playas españolas y por el almacenaje y la distribución en España. A pesar de todos esos costes, es un negocio muy lucrativo.

En 2014, la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAG) publicó los resultados de una investigación en la que se concluía que había indicios suficientes para confirmar que en Gibraltar se traficaba con tabaco y se blanqueaban capitales. Con ello, se dañaban los intereses europeos. Urgió al Gobierno llanito a actuar. Entonces, a Gibraltar se importaban de forma legal unos 130 millones de cajetillas diarias. 

En 2018, en medio de las negociaciones para el Brexit, España y Gibraltar firmaron un memorando de entendimiento sobre el tabaco. El Gobierno gibraltareño reconocía que existía un comercio ilícito de tabaco en la zona circundante de Gibraltar “que convive con el mercado legal de dicho producto” y se comprometía a garantizar que en 2020 el precio minorista del tabaco no superara el 32% del PVP español, con la excepción de las ventas libres de impuestos en el puerto y el aeropuerto. También acordaron ambas partes a intercambiar información sobre las cantidades importadas, vendidas o exportadas de productos del tabaco y a cooperar en la lucha contra los contrabandistas. 

Ahora la cifra ha caído drásticamente, y se está en torno a los 28 millones de cajetillas a través de la Verja (un cuarto del máximo), sin tener en cuenta lo que llega por el puerto. Aún es demasiado para el consumo local, según las autoridades españolas. Desde el lado gibraltareño, aunque se reconoce el problema del contrabando, se disputa que la diferencia de precio sea el problema de fondo.

Aseguran que esa diferencia de precio es mayor entre España y Francia, por ejemplo, y que también en esa frontera los del norte bajan al sur a por cajetillas más baratas. Fabián Picardo subraya, en todo caso, que “el precio de los cigarrillos solo mostrará una dirección: la subida”, para implementar el memorando. Hasta 2019, había crecido un 150%, según sus datos. 

Este memorando vencía en 2020 y ahora está prorrogado, como todo lo relativo al estatus definitivo de Gibraltar. Y van tres años. El esquema del negocio del tabaco se fijará en el Tratado definitivo, si es que algún día llega a acordarse entre las partes. Una de las opciones que se están barajando es la de limitar el “diferencial” del precio de la cajetilla a ambos lados. Ese máximo del 26% al que apuntan fuentes aduaneras y un período en el que ese diferencial vaya poco a poco decayendo de 25 años.

Pero, además, hay que establecer un sistema de control aduanero. Eso implica agentes (uniformados, con la bandera española y eventualmente armados), que puedan abrir los contenedores para revisarlos en el puerto de Gibraltar. Un anatema para Gibraltar y Reino Unido, porque creen que es una afrenta a su soberanía. Y uno de los escollos para la consecución del Tratado.