Veo que lo del vermut no era verdad”. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se ha sometido este jueves a las preguntas de los estudiantes de tercero de Periodismo en la Universitat Pompeu Fabra, en el campus de Poblenou. De los estudiantes y futuros periodistas pero periodistas ya en el ‘Diari de Barcelona’, revivido mediante un convenio entre el Ayuntamiento de Barcelona y la UPF y en funcionamiento desde 2020. El formato de denomina ‘Vermuts del ‘Diari de Barcelona’’, pero no hay aceitunas ni bebidas. Aunque al final sí un poco de mala leche.

A Colau le han preguntado, con tino, sobre las cuestiones principales que atañen a su gestión: por qué no ha solucionado el problema de la vivienda, especialmente duro para los jóvenes, para los estudiantes; cómo lidia con los problemas de seguridad; cómo convive con su socio, el PSC, pese a las discrepancias notorias que les separan.

Regañina

Pero el momento más intenso, el más tenso, ha llegado en relación con la ropa que lleva la alcaldesa y la comparación con la que vestía cuando no lo era. Era una pregunta vinculada con su cambio de vida profesional, que no le ha hecho ninguna gracia.

La ha planteado una estudiante, de forma educada y abriendo un debate en el que no se apreciaba ningún sesgo sexista: “Las primeras imágenes de su recorrido política eran con camisetas reivindicativas, la ropa más formal (que lleva ahora) ¿refleja quizá una moderación de ideas?”.

Colau ha replicado con toda dureza: “Entiendo la intención de la pregunta, pero me sabe mal que una mujer me pregunte sobre mi forma de vestir y no lo responderé. Categorizar cómo me visto está fuera de lugar. Me visto como me da la gana, básicamente”.

Lágrimas y disculpas

El tono de la respuesta ha tenido un efecto visible para toda la audiencia: impactada, la estudiante que ha formulado la pregunta se ha puesto a llorar. Ha recibido el apoyo de compañeros y de los cargos universitarios presentes. Acabado el acto, Colau, advertida de lo que había provocado con su réplica, se ha acercado a la joven: “No quería hacerte llorar”.

Hasta ese momento, la charla discurría sin mayor incidente. “Era más fácil ser activista que alcaldesa. Porque el activismo lo haces con gente que piensa como tú y cuando eres alcaldesa tienes que pactar, es más complejo Pero no he me he arrepentido ni un solo día. Es un honor y orgullo ser alcaldesa”.

Sobre las ‘superilles’, y sobre la posición de su socio, el líder del PSC en el ayuntamiento, Jaume Collboni, que ha abogado por limitarlas en el futuro, ha recordado que como primer teniente de alcalde ha votado a favor de esa política. Ha subrayado que solo algunos lobis se oponen a la política de reducción de espacio para el vehículo privado, y ha citado a Foment como ejemplo: “Me sorprendería que el PSC quisiera alinearse con las élites que se oponen a estas medidas"..

Ha explicado que como estudiante de Filosofía en la UB –carrera de la que le faltan dos asignaturas- defiende que una carrera de letras tiene todo el sentido, contra el discurso “productivista”. Ha apostado porque la universidad se “hibride” más con la ciudad y ayude a fomentar la lucha contra las desigualdades.

También ha defendido a Irene Montero de los ataques de Vox, y ha recordado que Pablo Iglesias se disculpó por criticar a Ana Botella como esposa de José María Aznar. Ha hablado de transporte, de rutas seguras para mujeres en las fiestas de la ciudad, de los pactos de izquierda que buscará tras las elecciones municipales de mayo si son necesarios. Pero para entonces todos los asistentes se centraban en preguntarse por qué era necesario un tono tan duro para responder a una pregunta que no lo merecía.