Macarena Olona dedicará los próximos meses a desarrollar su nuevo proyecto político a través de una fundación con un pie en Iberoamérica y otro en España, basado en un mensaje antifeminista contrario a la ideología de género, y que servirá para decidir si concurre o no a las próximas generales. En Vox sitúan el “ego” desarrollado por la exdiputada como el principal motor de su iniciativa (nunca volvió a la Abogacía del Estado como aseguró al marcharse de Andalucía tras el fiasco electoral), pero algunos dirigentes sí le reconocen un “predicamento” sobre algunos sectores que podría hacerles mucho daño en unas elecciones.

En la cúpula de Vox insisten en que el principal riesgo de que ella siga adelante es la fragmentación del voto que se producirá en la derecha. Olona no es ajena a ese peligro (del que el partido de Santiago Abascal hará bandera para desactivarla) y, por eso, dedicó buena parte de su presentación en Madrid el viernes pasado a asegurar que no pondría en riesgo un futuro gobierno de derechas y que su intención no pasa por romper o fragmentar el tablero político actual. Pero el partido ultra desconfía e insiste en que esa división del voto les penalizará de cualquiera manera por la ley electoral.

Aunque los cálculos son precipitados, dirigentes de la cúpula de Vox que a menudo trabajan con encuestas y conocen a fondo las expectativas del partido por provincias, tienen en la cabeza una primera aproximación. Y con independencia de los resultados que pudiera obtener Olona en un proyecto en solitario (algunos sí creen que podría sacar su escaño por Madrid), todos coinciden en que una papeleta de la abogada del Estado restaría posibilidades a Vox en distintas provincias. “Puede poner en riesgo varios diputados fácilmente. En las provincias en las que el último escaño está reñido esos votos se irán a la basura y pueden favorecer que se lo lleve la izquierda. Al final nos haría daño a nosotros, pero también al PP”, reflexionan.

Y ese riesgo, aseguran, puede plasmarse en un resultado final en el que la suma de la derecha no alcance los números necesarios y la izquierda pueda reeditar su pacto actual. En realidad, las últimas encuestas publicadas ya arrojan una melodía similar a esta. Sobre todo, porque el efecto de Alberto Núñez Feijóo empieza a mermarse (en casi todos los sondeos sigue en cabeza pero ya no con tanta ventaja) y el PSOE también se recupera. Con Vox las fluctuaciones demoscópicas son mayores, pero con la excepción del CIS (que en el mes de octubre lo situó en el 8,8% del voto, casi la mitad de lo que obtuvo en las generales de noviembre de 2019), la realidad es que los sondeos no perciben una caída tan fuerte, situándolo entre el 13 y el 14 por ciento de media.

La encuesta publicada en el diario ‘El Mundo’ hace unos días confirmaba por primera vez en varios meses que la suma de PP y Vox se quedaba a un escaño de la mayoría absoluta. Hay otros sondeos que la alejan todavía más, lo que dificultaría mucho las opciones de Feijóo de llegar a la Moncloa por la incompatibilidad que muestran el resto de fuerzas en el Congreso con los ultra, empezando por el PNV (aliado natural de PP y PSOE, que ha dejado claro que jamás entraría en una ecuación con Abascal).

De ahí, que el elemento de incertidumbre que añade Olona con su nuevo proyecto haya hecho saltar las alarmas dentro de Vox. La exdiputada aseguró mantener una amistad fuerte con varios excompañeros, pero en el Congreso (donde ha desarrollado desde 2019 su labor política tras fichar por el partido) los diputados cierran filas con la cúpula actual. Incluso una de las personas más cercanas a la abogada del Estado, Iván Espinosa de los Monteros, fue el encargado de poner punto y final a la relación del partido con la que fuera su secretaria general del grupo parlamentario en una comparecencia pública. Aquello fue un antes y un después y a la vista de los acontecimientos posteriores, también sirvió para acelerar el nuevo proyecto de Olona.

Lo único que parece claro a día de hoy es que la exdiputada pretende medir su fuerza por España con un tour que iniciará en los próximos días en busca de las 500.000 firmas que necesita para presentar una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) y llevar una proposición de ley contra la ideología de género al Congreso. Sus planes pasan por regresar a la tribuna del Congreso sin ser diputada y defender esa propuesta como antesala a su vuelta a la política nacional. Si no logra las firmas todo apuntará a que la puerta se cierra.

Tampoco ha dejado claro, en caso de dar el paso, si constituirá un nuevo partido político. Lo que descartó es que lo haga a través del proyecto de la nueva fundación. Serían dos caminos distintos. Y no quiso cerrar la puerta a una suerte de acuerdo con Vox (teniendo en cuenta que el proyecto es casi igual a lo que defiende el ideario de Abascal), a pesar de que en la formación están convencidos de que no debería volver a sus siglas. En la cúpula ultra reconocen “muchas incógnitas por resolver”, pero no esconden que el ruido generado en estos cien días y que seguirá con el recorrido que hará por España Olona les puede traer “preocupaciones y disgustos”.

En ese sentido, lo que ocurra en las elecciones municipales y autonómicas es igual de importante. En el PP están convencidos de que Vox “pinchará” en esos comicios, como ocurrió en Andalucía, por falta de candidatos y porque no es un proyecto con arraigo territorial. Creen que su punto fuerte siguen siendo las generales y su candidato. Pero en la dirección de Vox aseguran que “se equivoca quien piense que les va a ir mal” y dan por hecho que serán “los que más crezcan” en comparación con las últimas municipales.