“Estábamos llegando a la cima del Everest, en ese punto en el que puedes caerte hacia atrás o bien superar la cumbre. Y por suerte hemos pasado la cumbre”. Un diputado del PSOE resumía este miércoles el regusto dulce que había dejado la primera parte del debate del estado de la nación. La sensación inequívoca de victoria por goleada por parte del Gobierno. De remontada tras semanas y meses de desorientación y de ánimo por los suelos. Pedro Sánchez, a ojos de los suyos, logró revertir la tendencia a la baja y marcar un “punto de inflexión” en la legislatura. El presidente impulsó decididamente la agenda progresista con su giro claramente a la izquierda y robusteció (siquiera por unos días) su coalición con Unidas Podemos. Pero no solo. También logró recomponer la mayoría de la investidura.

El choque de Sánchez con el portavoz de ERC fue áspero, sí, pero porque al líder socialista le indignó que Gabriel Rufián mostrara en la tribuna tres balas recogidas junto a la valla de Melilla el pasado 24 de junio, cuando murieron al menos 23 inmigrantes. Sin embargo, a los republicanos no les sonó mal la música de los nuevos impuestos a la banca y a las eléctricas. Lo mismo ocurrió este miércoles en la segunda jornada de debate en el Congreso: Sánchez recibió el aplauso de las izquierdas, aunque le reclamaron más pasos.

Íñigo Errejón, líder de Más País, celebró el “golpe de timón” del Ejecutivo y deseó que sea “firme y decidido”. “Valoramos positivamente las medidas que usted ha anunciado, pero esperamos más, comenzando por una ambiciosa, progresiva y justa reforma fiscal”, señaló Mertxe Aizpurua, portavoz de EH Bildu, quien no obstante habló de “parches”. Ferran Bel, del PDECat, se mostró "de acuerdo en el diagnóstico y con algunas" de las iniciativas anunciadas por el jefe del Ejecutivo, aunque no tienen claro "las políticas para combatirlas" que se desplegarán, informa EFE.

Más quejoso se mostró Aitor Esteban, jefe del PNV en la Cámara baja: exigió a Sánchez un cambio de actitud si quiere seguir confiando en su grupo, denunció que no ha cumplido con los compromisos de investidura, que no llama a sus socios para pactar las medidas con ellos. “Y usted no puede permitirse prescindir de nosotros”, le espetó Esteban. El PNV no está “frontalmente en contra de que temporalmente” se graven los beneficios de las eléctricas y los bancos, pero “no puede hacerse de cualquier forma”. El diputado asumió que le tocará “discutir bajo presión” las iniciativas para “no hacer descarrilar al Gobierno”. "Solo miran ustedes la próxima curva sin reparar en las siguientes que hay en la carretera", le afeó.

Sánchez minimizó la caída de la banca en la bolsa del martes e insistió en la necesidad de justicia social y de “reparto justo de las cargas de la guerra”. Y avanzó a Esteban que este mes de julio el Consejo de Ministros aprobará el anteproyecto de la nueva ley de secretos oficiales, una norma muy ambicionada por el PNV y prometida por el Ejecutivo. Aún tendrá que pasar el texto por una segunda lectura dentro del Consejo de Ministros antes de caminar hacia el Congreso.  

"ETA ya no existe"

Las derechas, en cualquier caso, quedaron en la trinchera de enfrente. El PP, que dejó una imagen de bancada semivacía en el segundo día de debate, siguió sin dar su opinión sobre los nuevos impuestos. "Vamos a ver en qué consisten y después daremos nuestra opinión definitiva", se excusó Alberto Núñez Feijóo desde San Lorenzo de El Escorial.

Con Junts, como era esperable, ni la más mínima química. Con Ciudadanos, no hubo conexión alguna. Más bien lo contrario: choque. Inés Arrimadas consideró "baldías" las medidas de Sánchez y aseguró que son las que él necesita para "no morir políticamente". No tiene "ideología", ni "escrúpulos", le dijo. Y, como hiciera el PP la víspera, le reprochó su su alianza con Bildu por la ley de memoria democrática. “Tengo una mala noticia que decirle a usted y a la bancada de la derecha: ETA ya no existe”, lanzó el presidente de vuelta.

Sánchez, en cambio, no contestó a Aizpurua cuando esta trasladó el “pesar y dolor” a las víctimas del terrorismo: “Queremos decirles de corazón que sentimos enormemente su sufrimiento y nos comprometemos a tratar de mitigarlo”. La diputada reproducía las palabras de la Declaración de Aiete del pasado 18 de octubre, pero no se habían escuchado así en el pleno de la Cámara baja. Y si el presidente ni las comentó siquiera se debía, explicaban desde Ferraz, a que no quería que el foco recayera sobre él, a sabiendas de que la derecha le está atacando insistentemente por su último pacto con la izquierda abertzale.

Acabado el debate cerca de las 16 horas, los grupos presentaron sus propuestas de resolución (se registraron 138), que este jueves discutirá y votará el pleno del Congreso. Las del PSOE, muy genéricas, se limitaban a manifestar los compromisos del presidente, con el propósito de no abrir nuevas grietas con Unidas Podemos (no incluyó ninguna sobre el aumento del gasto militar, por ejemplo). Pero las de los morados sí revelaban su intención de dar pelea: establecer un tipo mínimo efectivo del 15% en sociedades, subir el IRPF a los salarios de más de 10.000 euros mensuales, un impuesto a las grandes fortunas y un incremento del 10% del impuesto de sociedades a los grandes supermercados para dar cheques comida. Y también incluyeron la condena por los hechos ocurridos en la valla de Melilla.

En paralelo, el pleno tomó en consideración la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial para devolver al órgano de gobierno de los jueces la potestad de nombrar a dos magistrados para el Tribunal Constitucional. Los socialistas sacaron la votación adelante (con 183 votos, los de PSOE, UP, ERC, Más País-Compromís, PDECat, PNV, Bildu y PRC) ayudándose de sus socios. La maquinaria funcionó perfectamente. Y volverá a funcionar este jueves, cuando se vote definitivamente el texto y también se convaliden varios decretos leyes (entre ellos, el segundo plan de choque frente a la guerra, quizá con la abstención de ERC) y el proyecto de ley de memoria (con la presumible abstención de ERC). El Gobierno no revelaba este miércoles inquietud alguna por ninguna de sus iniciativas. Ninguna, decía, peligraba.