El golpe ha sido durísimo. Masivo. Bastaba fijarse en los rostros graves de los miembros de la ejecutiva federal del PSOE de este lunes. La colosal derrota en Andalucía frente al PP de Juanma Moreno —19 puntos de ventaja, 28 escaños por encima, mayoría absoluta rotunda— hacía mucha mella en el ánimo de Pedro Sánchez y de su equipo. No podía ser de otra manera. Jamás había ocurrido nada semejante en un territorio en el que pudo mantener su hegemonía inapelable durante cuatro décadas. El presidente, admitían los suyos, estaba tocado. Pero, en la primera lectura de los malos resultados del partido en su hasta ahora bastión sólido, este lunes, avanzó a la cúpula dos propuestas y a la vez compromisos, según adelantaban distintos miembros de la dirección a este diario. De un lado, que había que centrar el tiro más hacia el PP de Alberto Núñez Feijóo, y menos hacia Vox. De otro, que se desplazará de manera más intensiva a los territorios para vender gestión y "escuchar" sus demandas.

La reunión de resaca del 19-J se prolongó durante casi tres horas y se sucedieron una veintena de intervenciones. No hubo "voces críticas", como resaltó después ante los medios el portavoz, Felipe Sicilia, aunque sí "continuos llamamientos a reflexionar" por qué el PSOE no ha conseguido movilizar a su electorado —el partido perdió 127.000 votos, casi cuatro puntos y tres escaños respecto a los comicios autonómicos de 2018—.

También se achacó el batacazo a la división por su izquierda, y se cerró filas con Juan Espadas, el candidato a la Junta y líder de la federación andaluza desde hace algo menos de un año, tiempo insuficiente, recordaba Sicilia, para "consolidar" su proyecto. En todo momento, el dirigente recalcó que no se pueden "extrapolar" los datos de Andalucía a otras comunidades y al ámbito nacional, porque los ciudadanos cada vez más discriminan su voto y es una "falta de respeto" hacerles "creer" que ahora tocaba juzgar al Gobierno central. No hay, pues, reiteró, "cambio de ciclo", el que presume el PP.

Pero, puertas adentro, los mensajes también fueron algo más directos y crudos. Para empezar, se reconoció que la estrategia respecto a Vox "no ha funcionado", resumían en Ferraz. La dirección lleva azuzando el miedo a la ultraderecha como reclamo electoral desde 2019. En aquellas primeras generales sí ayudó a movilizar, pero no ocurrió lo mismo en la repetición posterior de noviembre y no caló esa idea ni en las autonómicas de Madrid, ni en las de Castilla y León, ni tampoco en Andalucía. Es más, el 19-J quien pinchó el globo de Vox fue Moreno, al concentrar el voto útil de la derecha. "Vamos, que el miedo a Vox sí moviliza, pero en este caso a favor del PP", valora una responsable de Ferraz.

"Quien juega a confundir es el PP"

"Pedro trasladó que debemos centrarnos no solo en explicar lo que hacemos, sino también en criticar con sustancia al PP, a Vox también, pero sobre todo al PP, que es nuestro rival", señala una integrante de la cúpula federal. En el equipo directo del líder indican que se trata de una decisión "estratégica", nuclear, que tendrá que robustecerse a partir de ahora. El presidente pidió a su ejecutiva que hiciera más hincapié en las "contradicciones" y "errores garrafales" en los que incurre Feijóo, como su desliz con la prima de riesgo el pasado 7 de junio en el Senado. Le reclamó que denunciara la "doble moral" de los populares, que se "benefician" de los fondos que el Ejecutivo transfiere a las autonomías y luego "torpedea su labor". "Hay que seguir denunciando las barbaridades que dice y hace Vox. Pero eso es compatible con hacer buena oposición al PP", manifiesta una dirigente. "No se trata tanto de Vox, sino de las políticas de Vox, y quien juega a confundir es el PP", completa otro compañero.

Pero Sánchez se comprometió asimismo a desplazarse más a las comunidades, a salir de su burbuja de la Moncloa. Su equipo directo en el Ejecutivo ya ideó ese plan y lo puso en práctica, pero la voluntad es incrementar la presencia fuera de Madrid para acercarse a los ciudadanos. "Va a ir más a los territorios, estar más en contacto con los sectores. Una labor de escucha que permita recoger inquietudes y trasladar soluciones", recogen desde la cúpula. Una política, recalca otro peso pesado de la dirección, "más pegadita a los territorios", que desplieguen no solo él, sino también la ejecutiva, el Gobierno y los barones. "Le funcionará ahora, estoy segura —valora una integrante de la dirección—. La gente quiere ser escuchada, hay demasiadas personas pasándolo mal". Sánchez, por tanto, quiere demostrar que sí atiende los problemas de los ciudadanos, sus inquietudes, como advertía también Sicilia a los periodistas en su comparecencia en Ferraz.

El análisis del varapalo del 19-J continuará en los próximos días y semanas. Y sobre todo en los círculos más cercanos a Sánchez. Los líderes autonómicos piden una "reflexión muy profunda" —en palabras del presidente aragonés, Javier Lambán—, un revulsivo, que se tome nota. Un cambio de gobierno, expresan unos, o un cambio de estrategia o de comunicación, sentencian otros. Algo. Desde la Moncloa se promete un "impulso", sin concretar más. Tampoco cuándo se acometerá. Pero no será inminente, porque el primer reto del Ejecutivo es la cumbre de la OTAN de la próxima semana y el debate del estado de la nación, en julio. Todo apunta a que la corrección de la trayectoria se materialice en septiembre, con el nuevo curso político. Pero, de nuevo, todo depende de una única persona: Sánchez. De nadie más.