Sacrificada en la remodelación del Gobierno de julio pasado para intentar calmar a Marruecos, Arancha González Laya (San Sebastián, 1969), es ahora decana de la Escuela de Asuntos Internacionales de París. Sigue vinculada a lo que se podría resumir como 'el poder', porque esta institución ejerce de incubadora de algunos de los próximos líderes internacionales. Pero ella no parece echarlo de menos. Lo ejerció en el Ministerio y lo perdió, sin un ápice de nostalgia. Igual ayuda la amplia red de contactos que atesora. Concluida su etapa de "servicio público" -es muy obvio que se siente más una alta funcionaria que una política- va a dedicarse ahora a repensar Europa e imaginar la idea de una nueva comunidad política en el continente, lanzada por Emmanuel Macron. Lo cuenta en una entrevista con El Periódico de España.

Fue cesada en julio del año pasado, en mitad de la crisis diplomática con Marruecos. ¿Llegó a ser consciente de que este asunto le iba a costar el puesto?

Nunca he actuado ni para mantenerme en un cargo ni para perderlo. Me he mantenido siempre fiel a los principios, los intereses y los valores de mi país, que son lo que tenía que representar. 

¿Qué le dijo el presidente cuándo la llamó?

Eso tiene que quedar dentro de la discreción entre el presidente y sus ministros. 

Marruecos convirtió la acogida de Brahim Gali en un elemento de confrontación contra España y contra usted pero en realidad la raíz del problema era otra: el hecho de que el Gobierno no hubiera hecho ningún gesto de apoyo al cambio de postura de EEUU sobre el Sáhara.

Todo sirvió en aquel momento para enfangar una decisión de carácter humanitario hacia un ciudadano español, que necesitaba una ayuda inmediata. La atención humanitaria tiene una larga tradición en nuestra política exterior. A saharahuis y otras muchas otras nacionalidades. Esto lo tenemos que defender con uñas y dientes porque forma parte de nuestra identidad como país. Y también tenemos que ser defensores de las relaciones con nuestros vecinos, Marruecos, Argelia, Libia, Senegal, Mauritania y tantos otros, entendiendo que sólo serán buenas si se gestionan desde la corresponsabilidad y representan los intereses de ambas partes. 

¿Fue un error acoger a Gali sin medir las consecuencias? Quiero decir, usted debía ser consciente de que existía un malestar previo sobre el Sáhara. ¿No debió, al menos, minimizar el impacto avisando a Rabat en lugar de optar por una entrada discreta del líder del Frente Polisario

Es que son cuestiones que discurren por cauces diferentes. España siempre ha sido muy clara en la necesidad de buscar una solución pactada, y esto es muy importante, de acuerdo con el Derecho internacional y apoyando al máximo a Naciones Unidas. Ésa ha sido la constante en la posición de nuestro país y había que defenderla de manera muy clara, ayudando a las partes, procurando no hacer nada que pudiera frustrar ese acuerdo, pero teniendo en cuenta que era un asunto más (en la relación con Marruecos), no el único. No hay que mezclar los planos porque si lo hacemos podemos caer en la tentación de restringir la capacidad de España de ejercer su política exterior. 

Pero, una llamada previa, no habría evitado que Marruecos lo utilizara contra España y contra usted.

No se puede rehacer la historia y por eso no tiene sentido entrar en consideraciones del tipo y si, y si, y si... Insisto, España tiene que tener la capacidad de ejercer una política exterior autónoma, buscando siempre las mejores relaciones con sus vecinos. Yo lo hice durante mi mandato. He sido la ministra de Exteriores que más visitas ha hecho a estos países y a todos les presté una atención particular. 

¿Ha cedido España ante Marruecos, primero con su destitución y después con el apoyo a su plan autonomista sobre el Sáhara? 

Me permitirá que no entre en consideraciones de ese tipo. Soy extremadamente respetuosa con el principio de lealtad al Gobierno en el que he servido. No voy a entrar en esas consideraciones. 

Su teléfono, como el del presidente del Gobierno y otros ministros, fue atacado en los peores momentos de la crisis diplomática con Marruecos

Todo ha servido en esta crisis para enfangar esa ayuda humanitaria. Y cuando digo todo ha sido todo: escuchas, denuncias, campañas, incluidas campañas de prensa. Ha quedado bastante en evidencia. Para mí es un capítulo que pertenece al pasado.

¿Ha cedido España ante Marruecos? "No voy a entrar en esas consideraciones"

Ministra pero no se ha llegado a saber si su teléfono, como el resto, fue espiado con Pegasus. En el Ejecutivo no lo han querido confirmar. Mantienen que no les consta que en su caso fuera con este 'software', del que Marruecos dispone.

Los teléfonos de los responsables gubernamentales tiene un cauce para su protección y también para investigar las violaciones de su integridad y creo que hay que dirigir esa pregunta a quien corresponde, que no es a mí. 

Pero ¿usted puso su teléfono en manos de las autoridades competentes dentro del Gobierno, cuando pensó que su móvil podía haber sido atacado? 

Sí, pero todas estas preguntas preferiría que se las dirigiera a quien corresponde, que no es a mí. Yo quiero ser, reitero, tremendamente escrupulosa con las reglas del juego, sobre todo en un tema como éste que es muy serio.

Apuntaba usted a escuchas, denuncias... se acaban de sobreseer las acusaciones contra usted por la entrada de Gali. ¿Cree que Rabat estaba detrás? Se lo digo por dos circunstancias. Había al menos una acusación con intereses marroquíes y la actuación del juez ha sido muy llamativa. Nunca aceptó ninguno de los argumentos de Exteriores y justo cambió totalmente de criterio una semana antes de que se conociera el acuerdo con Marruecos sobre el Sáhara. La Audiencia ha tumbado toda su investigación.

De este episodio, ciertamente un tanto curioso, me quedo con la decisión de la Audiencia Provincial de Zaragoza, tras un recurso interpuesto por la Abogacía del Estado, a quien tengo mucho que agradecer, por el buen hacer en la defensa de los intereses de nuestro país. El tribunal ha dicho lo mismo que he mantenido yo desde el principio. Primero, que fue una decisión de carácter humanitario. Y segundo, que se hizo de acuerdo con la legalidad. Pero tenemos un problema muy serio en nuestro país, que es una judicialización de la política y la creciente politización de la justicia.  

¿Piensa usted que tras el Sáhara la siguiente reclamación de Mohamed VI será Ceuta y Melilla?

Debemos ser muy claros con quien tenga alguna duda: Ceuta y Melilla forman parte de España y, por tanto, de la UE

¿Puede contribuir a que lo entiendan el establecimiento de aduanas comerciales en las dos fronteras, que es una de los asuntos que figuran en el comunicado conjunto con Marruecos?

No quiero hacer juicios de valor sobre cuáles son los elementos que reforzarían o no... Está muy claro: Ceuta y Melilla han sido y son parte de España.

  

¿Cómo de profunda considera usted que es ahora la crisis diplomática con Argelia? 

Voy a ser muy prudente también en esta cuestión pero sí creo que España debe tener las mejores relaciones con todos sus vecinos. Con Argelia, con Marruecos, con Libia, con Mauritania, con Senegal. Y cuando digo las mejores, tienen que ser las mejores. En un vecindario todos nos necesitamos.  

¿Puede correr riesgo el suministro de gas a España? 

Yo espero que no y quiero creer que no. España y Argelia, y de manera más amplia Argelia y la UE, tienen un marco de relaciones que les debería permitir profundizar, también en lo energético. Las empresas españolas están comprometidas con las inversiones en Argelia y con su proyecto industrial en este ámbito. 

¿No nos puede tomar Italia la delantera? 

Creo que las relaciones entre España y Argelia deben reconducirse. Es muy importante. Para los dos países. 

Citaba antes la postura histórica de España de una solución sobre el Sáhara en torno a la ONU, pero en los dos últimos años varios países, EEUU, Francia, Alemania, España, Países Bajos, se han pronunciado a favor del plan marroquí.

Sólo habrá estabilidad a largo plazo si hay un acuerdo entre las partes. Ese pacto se puede alumbrar sólo a través del enviado especial de la ONU. 

Pero, ¿es más difícil ahora, cuando España se ha decantado por una opción? 

Es más necesario que nunca. 

"Creo que las relaciones entre España y Argelia deben reconducirse. Es muy importante. Para los dos países"

Usted no ha sido sólo el destino de las críticas de Marruecos, también de Rusia. Estamos conociendo nuevos datos de los contactos de dirigentes catalanes con enviados de Moscú. ¿Hasta dónde llega la injerencia rusa en la política española?

Repito lo de la autonomía estratégica en política exterior que decía al principio. Hemos visto con mucha preocupación la injerencia rusa en la política española, a través de las redes sociales, de los medios de comunicación rusos. Están muy bien documentadas. En España hay espacio para que cada uno pueda defender su posición dentro de las reglas de juego democráticas. La defensa de la independencia de un territorio se debe hacer dentro de la legalidad. No ayuda arrimarse a autocracias como la de Vladímir Putin, que ya vemos cómo se comportan, para aportar agua a nuestro molino. 

¿Cómo piensa que va a evolucionar la invasión rusa de Ucrania?

De momento vamos a un conflicto que va a durar años. Se alarga en lo militar pero además creo que los europeos debemos tener claro que vamos a vivir una inestabilidad en nuestra frontera con Rusia en los próximos 30 años. Hay un plano muy inmediato que es cómo ayudamos a Ucrania a defenderse. También en lo económico, manteniendo con vida su economía de guerra. Pero en Europa estamos construyendo también resiliencia a largo plazo, reforzando la defensa europea. Aquí veo muy interesante la idea de Emmanuel Macron de la comunidad política europea, que no es sólo la UE, sino la articulación de otro espacio, donde esté Turquía, Reino Unido, Suiza o Noruega.  

"La defensa de la independencia de un territorio se debe hacer dentro de la legalidad. No ayuda arrimarse a autocracias como la de Vladímir Putin"

Y, ¿no pueden entrar en conflicto? 

No necesariamente. Hay un proyecto de unión supranacional que es la UE, con sus derechos y obligaciones y sus cauces de acceso. Pero también la necesidad de definir un espacio político europeo para el que tenemos que imaginar un contenido.  

Hemos escuchado muchas veces estos meses la posibilidad de una tercera guerra mundial. ¿Es una amenaza real? 

Vivimos en tiempos de turbulencias. Hay una fragmentación del poder. Quien lo tiene lo quiere retener y otros lo ambicionan y luchan para tenerlo. Esa competencia tiene un componente energético, tecnológico, militar y demográfico. Debemos ser capaces de entender esta dispersión del poder a largo plazo, en la que ya estamos inmersos. 

Juan Carlos I se marchó a Abu Dabi siendo usted ministra de Exteriores. Desde su atalaya en París, ¿cómo ha visto su regreso para participar en las regatas de Sanxenxo?

Esto ya no forma parte de mi paisaje diario pero sí creo que la institución necesita ejemplaridad, como cualquier institución pública. Sería importante que el rey emérito buscara ser ejemplar como lo está siendo el rey Felipe VI.