Unidas Podemos y PSOE empiezan a escenificar la ruptura antes de tiempo. El socio minoritario de coalición se desmarcó este jueves de la ley audiovisual y marcó un hito en la legislatura, al ser la primera vez que los morados no dan su apoyo a un proyecto de ley emanado del Gobierno. El episodio se interpreta en Podemos como un "aviso" al ala socialista, pero descartan que esta brecha abierta sea síntoma alguno de ruptura y mantienen su objetivo es aguantar un año y medio, conscientes de que Pedro Sánchez no adelantará los plazos de la convocatoria electoral ante las malas perspectivas electorales. El matrimonio de conveniencia se mantendrá hasta que cumpla su objetivo: agotar la legislatura.

El ala morada del Gobierno se movió este jueves con total autonomía respecto al papel que representa dentro del Ejecutivo. La introducción por parte del PSOE de una enmienda que cambiaba el sentido del texto -abriendo la puerta a que las productoras de las grandes televisiones se equiparen a las independientes- cayó como un jarro de agua fría en Podemos, donde no dudaron en criticar duramente la maniobra "por la puerta de atrás" emprendida por su aliado. Los reproches del partido tampoco cesaron en el debate parlamentario de la ley audiovisual, y la coportavoz de la formación, Sofía Fernández Castañón, no dudó en cargar contra la falta de compromiso de la norma, la falta de perspectiva de género, la exclusión de las lenguas propias y el beneficio que suponía para el duopolio televisivo de Atresmedia y Mediaset. La dirigente, al mismo tiempo, apeló a la "lealtad" al Ejecutivo, pero lo cierto es que el debate fue intenso en el espacio, que hasta última hora del jueves se debatió entre la abstención o el rechazo a esta medida.

Ya este miércoles había un fuerte malestar en las filas moradas sobre el cambio en la redacción del texto, y algunas voces apostaban por no apoyar la ley en señal de protesta. La guinda llegó a lo largo del jueves, cuando el PP garantizó la aprobación de esta medida, lo que rebeló aún más a Podemos y puso a la contra a los socios habituales del Gobierno. Así, se produjo el curioso efecto de que los partidos independentistas, los que más interés tenían en una ley que garantiza cuotas para las lenguas cooficiales, rechazaran finalmente la iniciativa.

En Podemos, después de un intensísimo debate, optaron por la abstención. Una postura que tomaron por "responsabilidad", según explicaban fuentes del partido, puesto que el 'no' hubiera dejado a la ley audiovisual con los números tan justos que cualquier error podría hacer decaer la iniciativa del Gobierno. Sin embargo, el ánimo en el socio minoritario era el de oposición al texto, y no dudaron en expresarlo de ese modo.

En el partido se mostraban tranquilos pese a haber roto por primera vez la disciplina de voto de los miembros del Gobierno. Con esta votación, Podemos se saltaba también uno de los acuerdos al que llegó con el PSOE a finales de 2019, en el llamado Protocolo de funcionamiento de la coalición [aquí en PDF], por el que los grupos que conforman el ejecutivo se comprometían a apoyar en Las Cortes todas las políticas gubernamentales. "Los partidos firmantes se comprometen a dar apoyo parlamentario (...) a la acción del Gobierno y al desarrollo de los acuerdos explícitos alcanzados en el programa de Gobierno progresista, debiendo prestar respaldo al Gobierno de coalición y a cada uno de los ministerios que lo componen", reza el punto 8 de aquel acuerdo.

Los morados han roto ahora este pacto, con la convicción y la tranquilidad de que la coalición superará este escollo sin grandes problemas. No por gusto, sino por necesidad. Voces autorizadas del espacio asumen que el presidente de Gobierno no puede permitirse una ruptura y un adelanto electoral, porque "no tiene ni una encuesta buena". Los socialistas les necesitan a toda costa para aguantar en Moncloa y los morados se ven con las manos libres para marcar sus propias posiciones aunque impliquen una ofensiva contra el socio mayoritario de la coalición. "Si hubiera una encuesta que le diera, aunque sólo fuera una, nos lo plantearíamos. Pero no la hay", zanjan estas fuentes.

Guerra de aplausos PSOE-Podemos

El ambiente se ha enrarecido en la coalición en las últimas semanas, y su máxima expresión se dejó ver este jueves en el Congreso. No sólo por la votación de Podemos, que dejó al PSOE sólo con el PNV para aprobar el proeycto de ley del Gobierno, sino durante el propio debate parlamentario. La ministra de Igualdad, Irene Montero, defendía en la tribuna la Ley de garantías de libertad sexual, ley del sí es sí, y no dudaba en cargar contra el PSOE por haber introducido la semana pasada una enmienda para penalizar a quienes prestaran locales destinados a la prostitución (la llamada tercería locativa). Podemos se opuso a esta modificación, y los socialistas tuvieron finalmente que retirarla, puesto que comprometía la viabilidad de la norma.

En el debate de esta ley volvieron a escenificarse las tensiones existentes entre PSOE y Podemos en cuanto a igualdad. Unas diferencias que, lejos de quedar en segundo plano, marcaron el debate. "Es una ley que se queda corta, porque no damos respuesta a todas las víctimas (...). La respuesta penal al proxenetismo se queda fuera", defendió la diputada socialista Laura Verja, que no dudó en cargar contra el texto de Irene Montero. "El PSOE quería que esta ley fuera más ambiciosa y por eso presentó una enmienda abolicionista. La prostitución debería haberse incorporado a esta ley", criticó la portavoz de Igualdad socialista. "¿Qué valor le damos al consentimiento de una mujer cuando el consentimiento se puede comprar y eso se llama prostitución? ¿Qué sienten cuando ven los burdeles? ¿Creen que hay libertad ahí dentro? Yo veo campos de concentración de mujeres", ha denunciado, defendiendo que el PSOE retiró la enmienda "por responsabilidad". La ovación por parte de la bancada socialista se prolongó durante un minuto, mientras desde Unidas Podemos evitó aplaudir a la diputada del PSOE.

Y lo mismo sucedió al contrario. La ministra Irene Montero intervino después en la tribuna, y en Unidas Podemos le aplaudieron en pie, a diferencia de los socialistas, que no aplaudieron y cuyos ministros ni siquiera estaban en el Hemiciclo. En realidad, la única ministra que acompañó a Montero en su intervención fue Ione Belarra, la titular de Derechos Sociales que hace tándem con la de Igualdad. Alberto Garzón, Joan Subirats y Yolanda Díaz se ausentaron del pleno en esos momentos.

Algunos diputados socialistas mostraban cierta preocupación por esta imagen de ruptura escenificada durante toda la sesión parlamentaria. Si bien es cierto que lo lógico es que los miembros de una coalición se vayan distanciando conforme se acerca la fecha electoral, argumentaban estas voces, la alerta llega por lo dilatado de los plazos: todavía queda un año y medio para los comicios, y esta situación puede abrir un escenario de desgaste en los partidos de izquierda que no beneficie al espacio de cara al futuro. Más aún teniendo en cuenta que, en caso de que den los números, estas fuerzas deberán volver a entenderse. Los morados sin embargo no temen las consecuencias de esta guerra de desgaste, al considerar que necesitan marcar distancias con el PSOE, al que este jueves acusaron en tribuna de "parecerse al régimen del 78". Unas críticas que, creen, no les pasarán factura en el seno de un Gobierno maniatado por las encuestas.