El progresivo distanciamiento entre la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y el núcleo duro de Podemos, que conforman la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, la de Igualdad, Irene Montero, y Pablo Iglesias, que aunque carece de cargos orgánicos ejerce su autoridad de manera pública, ha provocado efectos directos en el funcionamiento del Gobierno de coalición. Se ha extendido la sensación de que el Ejecutivo está dividido en tres pedazos: el bloque socialista, por un lado, Díaz, el ministro de Universidades, Joan Subirats, y el de Consumo, Alberto Garzón, por otro, y la tercera porción que representan Belarra y Montero. Esta circunstancia ha modificado las relaciones entre las tres partes.

Si hasta ahora las negociaciones internas eran a dos bandas, entre el PSOE y Unidas Podemos, la división en este sector, obliga a conversaciones a tres, en función de los temas. Fuentes socialistas confirman que aunque la interlocutora del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, encargado de la concertación entre socios, es la vicepresidenta segunda, hay ocasiones en que "se habla con las dos", en referencia a Belarra. Se hace, explican, "en función del tema". Se intenta canalizar la relación a través de Yolanda Díaz, pero Bolaños, subrayan, "a veces tiene que hablar también con Montero o con Belarra". Esta nueva mecánica, explican fuentes conocedoras, es algo que el PSOE "ha asumido" y, de hecho, la orden en Moncloa es ayudar en todo lo posible a Díaz.

La configuración de un espacio electoral que sume a toda la izquierda a la izquierda del PSOE, con Yolanda Díaz al frente, y que ella pretende impulsar sin dar un peso específico a Podemos, ha generado una fractura e incluso deteriorado la conexión personal entre la vicepresidenta segunda y las ministras de Derechos Sociales y de Igualdad. Entre ellas, admiten desde Podemos, no hay "comunicación" y eso causa "descoordinación". La consecuencia más visible es que Unidas Podemos ya no se expresa con una única voz y que los tonos a veces son distintos, según las personas y las materias.

El liderazgo político y electoral

Como avanzó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, medio que, al igual que este diario, pertenece al grupo Prensa Ibérica, la vicepresidenta ha registrado el nombre de la plataforma 'Sumar' como paso previo a la construcción de su proyecto y lo ha hecho sin informar a los cuadros del partido morado. Todo esto proceso está produciendo muchas fricciones porque "Yolanda no cuenta nada", aseguran en Podemos. La visión en el equipo de Díaz es distinta. Su resumen es que no ha decidido aún si liderará la candidatura y que tampoco comunicó a Izquierda Unida o al PCE la inscripción de 'Sumar'.

Estos roces han afectado al ámbito personal hasta el punto de que Podemos es un hervidero de reproches sobre a qué actos acude Díaz o "con quién se abraza", según sostienen en su entorno, en referencia a Íñigo Errejón o a Mónica García. En el lado de Podemos confirman también la frialdad creciente y aseguran que Belarra "no puede darse abrazos con la vicepresidenta si está reclamando que la llame para hablar y no la llama".

Pero en el equipo de Díaz rechazan que esta situación afecte al Gobierno. "No puedo negar que existan dificultades, Pablo Iglesias lo dice todos los días" e incluso que se trasladen "matices". Aunque se muestran tajantes en que "la coordinación (dentro del bloque) la lleva la vicepresidenta". Otra cosa, explican, es que cada ministro pueda hablar directamente con Bolaños para tratar algún tema de su departamento. "Esto también sucedía con Iglesias de 'número dos'", recuerdan.

La brecha sobre las armas

Las dos últimas veces que Belarra y Díaz trabajaron conjuntamente fue con la regulación del precio de los alquileres, uno de los emblemas de la legislatura para Unidas Podemos, y en defensa de que el Gobierno no apoyara el envío bilateral de armas a Ucrania. En las dos ocasiones se reunieron juntas con Pedro Sánchez. En este último asunto el jefe del Ejecutivo varió finalmente su postura y tras apuntar que no mandaría armamento, rectificó dos días después y anunció que sí lo haría.

La reacción de ambas ministras y del resto de dirigentes de su ámbito fue distinta. Belarra y Montero cargaron contra la decisión mientras Díaz, Subirats y Garzón se desmarcaron. Desde Podemos señalan que la titular de Derechos Sociales es mucho más contundente a la hora de denunciar los incumplimientos de los socialistas. Y rechazan también que Subirats - de la órbita de Ada Colau- y 'los comunes' se alíe siempre con la vicepresidenta. No lo han hecho, subrayan, en el espionaje a los independentistas.

En el equipo de Díaz admiten que hay "matices" en la postura de los ministros de Unidas Podemos en algunos temas pero destacan que también se producen en el ala socialista. Pedro Sánchez, indican, dio una respuesta sobre estas escuchas en el Congreso y "a los 20 minutos Margarita Robles dio otra distinta". Y nadie dice, concluyen, "que el Gobierno esté dividido en cuatro partes". Además, destacan, "las diferencias (en el bloque morado) no han sido tantas como se intenta trasladar". En uno de los últimos temas más polémicos, las bajas por reglas dolorosas, "la vicepresidenta salió desde el primer momento a apoyarlo".

Andalucía, el punto de reflexión

Todas las fuentes del bloque de Unidas Podemos consultadas confirman que el estrés interno se ha elevado tras lo sucedido en Andalucía, donde se llegó a un acuerdo in extremis de toda la izquierda a la izquierda del PSOE, en el que legalmente no está el partido de Belarra por retrasarse en la inscripción de la coalición. Este episodio anuncia el guirigay que puede vivirse en cada territorio, de cara a las elecciones autonómicas y municipales de dentro de un año. Pero el enfrentamiento ha sido tan crudo, las declaraciones posteriores de Iglesias acusando a Díaz de imponer a la candidata de Izquierda Unida (Inma Nieto) tan duras, que varias personas opinan que debe servir de "acicate" para que no se vuelva a repetir ese espectáculo "ridículo". "Es un punto, no de inflexión sino de reflexión".

En La Moncloa y en el PSOE preocupa mucho la división del mundo progresista porque sus votos son fundamentales para que pueda reeditarse un Ejecutivo de coalición. A corto plazo, la pugna por el cartel electoral andaluz entre Izquierda Unida y Podemos, que llevó a intervenir a favor de uno y otro candidato a Díaz y Belarra, podría favorecer el voto socialista en Andalucía. Pero a medio plazo el PSOE depende absolutamente de la plataforma electoral que logre montar la vicepresidenta segunda.