Todo estaba ya hablado y amarrado. La propuesta formal de cese de la directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban, y el nombramiento de su sucesora, Esperanza Casteleiro, procedía de la ministra de Defensa, pero este martes la llevaba en mano al Consejo de Ministros, para que se integrara en el orden del día, el propio presidente. En la reunión del Gabinete, se informó de la destitución de Esteban, la primera mujer al frente de los servicios secretos en los 20 años de vida del centro, pero no se anticipó el nombre de su sucesora, de Casteleiro, secretaria de Estado de Defensa y persona de la máxima confianza de Margarita Robles, de quien había sido antes directora de Gabinete. El nombre se anunció después ante los medios, aunque "siempre estuvo claro" que sería ella, según señalan fuentes gubernamentales. Había que levantar, y con urgencia, un cortafuegos frente al 'caso Pegasus', que estaba devorando al Ejecutivo, metiéndole en una ratonera, y había que buscar una salida ya.

Porque este martes fue el desenlace de un pulso sostenido dentro del Gobierno y un intento de zanjar la crisis con ERC, socio fundamental del bipartito y a quien Pedro Sánchez no quiere perder. Una batalla en la que Robles cede la cabeza de una Esteban a la que había defendido con vehemencia pero que a cambio logra colocar a una estrecha colaboradora en un puesto de altísima sensibilidad. Y ese resultado es ya en sí mismo un mensaje al independentismo: el Ejecutivo toma nota y asume responsabilidades por el espionaje, pero no toca a la pieza señalada por ERC y Unidas Podemos, a Robles, hasta el punto de que ella elige al reemplazo de Esteban en el CNI.

El Gobierno destituye a Paz Esteban como directora del CNI

El Gobierno destituye a Paz Esteban como directora del CNI ZML

Desde que el 2 de mayo, en una rueda de prensa no programada e insólita, el Gobierno se desnudara a sí mismo y confesara que, a través de un análisis pericial realizado por el Centro Criptológico Nacional (CCN), había detectado que hace un año Pegasus se infiltró en los móviles del presidente y Robles, la directora del CNI estaba sentenciada. El Ejecutivo vendió el ejercicio de "transparencia" como una prueba fehaciente de que no tenía "nada que ocultar", pero la maniobra no desactivó la presión del Govern —más bien lo contrario— y desató la tensión dentro del propio Gabinete. Entre Defensa y el Ministerio de la Presidencia de Félix Bolaños.

Robles defendía a Esteban y la labor del CNI y de su organismo adscrito, el CCN, mientras apuntaba a la Moncloa, porque ella es la responsable de los terminales de los ministros. Y en la Moncloa sostenían que la ciberseguridad era responsabilidad de la inteligencia. Lo cierto es que Esteban ya estaba en la rampa de salida, pero faltaba decidir el cuándo. Sánchez tenía prisa.

El informe pericial del CCN

Tras templar el patio interno, todo quedaba al albur del informe final del CCN, que se presentó este martes y que confirmó que el dispositivo de Fernando Grande-Marlaska había sufrido dos intrusiones en junio de 2020 —en las que le se sustrajeron, en total, más de 6 gigas—, y que también sufrió un ataque fallido el del titular de Agricultura, Luis Planas. Pero esos nuevos datos, que por cierto abundaban en la posible autoría marroquí, no fueron usados por Robles para justificar la caída de Esteban en la comparecencia posterior al Consejo de Ministros. En ningún momento.

La ministra defendió que era necesario dar un "impulso" al CNI para una "nueva etapa", "reforzarlo", robustecerlo para hacer frente a las nuevas ciberamenazas. Incluso vistió la destitución de una "sustitución", un cambio "de una funcionaria por otra", con perfiles similares, porque de hecho las dos ingresaron en el CNI en el mismo año, en 1983, y conocen la Casa a fondo. Ahora se trata, aseguró, de "aprender de los errores" y de intentar que no se vuelvan a producir brechas así. Pero "no hay seguridad plena", apostilló Robles, dejando entrever que siempre hay fallos y por ello no se puede responsabilizar a la directora de la inteligencia.

¿Qué había pasado en una semana, de defender la continuidad de la jefa del CNI a aprobar su cese? "No ha pasado nada", tuvo que reconocer Robles. De hecho, ella misma insistió en que todas las actuaciones de los servicios secretos se han hecho con arreglo a la ley, porque "en este país a nadie se le investiga por sus ideas políticas", sostuvo cuando le preguntaron por el espionaje con Pegasus a los independentistas. 18 de ellos fueron vigilados, pero con autorización judicial, según mostró el pasado jueves Esteban en la comisión de secretos oficiales del Congreso.

Robles buscó pasar el trago como mejor pudo. Mostrándose segura, sin dar detalles ni motivaciones del cese —"¿acaso se explica cuando se cambia un ministro por otro? ¿O cuando un ministro reemplaza a sus secretarios de Estado?", se preguntan en Defensa—, luciendo "orgullo" por la elección de Casteleiro, un "reconocimiento" a la labor de su ministerio y a ella misma, y presumiendo del apoyo de Sánchez: "Tengo la plena confianza del presidente del Gobierno, con quien llevo muchos años trabajando, a quien conozco, admiro y respeto, y eso no me lo va poder quitar nadie". La ministra incluso se mostró partidaria de la desclasificación de documentos, que exige el Govern y sopesa la Moncloa, "si lo pide el juez".

Dijo compartir con él la pasión por la política que se vuelca con los vulnerables, la que busca la "empatía" y la "humanidad", señas que presume son marca de la casa, de ella misma, y razón por la que es la mejor valorada dentro del Ejecutivo en las encuestas. La ministra incluso se mostró partidaria de la desclasificación de documentos, que exige el Govern y sopesa la Moncloa, "si lo pide el juez". "Transparencia máxima siempre [...]. Los ciudadanos tienen derecho a saber, para que sepan cómo se actúa con arreglo a la legalidad". Que fuera Robles quien explicara la salida de Esteban era también un mensaje poderoso para el independentismo y para la derecha, porque ella es la ministra más aplaudida por la oposición conservadora. Se trataba de desbaratar su mensaje de que el Gobierno se ha entregado al soberanismo, porque Robles es su principal azote.

Desde Defensa no querían precisar cómo se había gestado el cese de Esteban, pero sí añadían que la ministra realmente salía reforzada, porque la ya exjefa del CNI no formaba parte de su equipo, ya que cuando Robles llegó al Gobierno, en 2018, ella era la número dos del centro, elegida por su antecesor, Félix Sanz Roldán. Con la nueva directora hay una "relación personal".

Casteleiro ha querido que de todo el proceso de sustitución estuvieran enterados desde el primer momento Paz Esteban y su número dos en el CNI, el coronel Arturo Relanzón. La elección de la nueva jefa de los espías, según fuentes de la Seguridad del Estado, palía la inquietud con que los cuadros de mando del CNI estaban viviendo la gestión gubernamental del escándalo Pegasus. Esa inquietud remitió este lunes, según las mismas fuentes.

Se abre así otro episodio en el manejo del 'caso Pegasus'. El Gobierno se muestra cautelosamente optimista y considera que ha hecho "lo que debía hacer", y ahora confía en que el Govern se calme. Pero como afirma un ministro, "con ERC nunca se sabe". "No está siendo fácil" reconducir la relación, admitía una ministra del Ejecutivo este martes, que señalaba que también pudo ayudar a destensar la comisión de secretos oficiales y la "disposición" del Gobierno a arrojar "transparencia". "El Gobierno toma sus decisiones, y no son solo para contentar a ERC, y hace lo que tiene que hacer. Ahora les corresponde a ellos moverse", aseguran desde el grupo parlamentario.

El siguiente paso será la reunión de Sánchez con el 'president', Pere Aragonès, que aún no tiene fecha pero que la Moncloa confía en que se celebre "pronto". El líder socialista ya tiene una cabeza que ofrecerle. La de Esteban. Pero ERC sigue apuntando más arriba, hacia Robles, aunque Sánchez no está dispuesto a cedérsela.