"Ningún plan de emergencia puede considerarse definitivo". El real decreto ley con las medidas de respuesta a la guerra de Ucrania ya está en el BOE y entra en vigor este jueves y perdurará hasta el 30 de junio, pero puede que no sea el último si la contienda en suelo europeo se alarga. Pedro Sánchez se pone la venda antes de la herida, consciente de la situación "excepcional" que atraviesa el mundo, cargado de "incertidumbre", y admite que puede tomar más iniciativas más adelante. Un aviso también a los grupos, que creen que el plan de choque "tardío" que el Gobierno ha construido —"plan primavera", lo ridiculiza el PP— es insuficiente y se queda corto.

El presidente del Gobierno acudió este miércoles al pleno del Congreso muy presionado por la oposición y después de que lograra difuminar su cerco y la división dentro de su Ejecutivo tras el Consejo Europeo de la pasada semana, con el que Bruselas autoriza la 'excepción ibérica', que España y Portugal bajen el precio de la luz al desacoplar el mercado del gas. Los dos países remitirán antes de que concluya la semana, confirmó Sánchez, su propuesta a la Comisión Europea, y ello ayudará, espera, a rebajar los precios, a controlar una inflación desbocada y que se situó en marzo en el 9,8%.

Pero sí hubo un mensaje que el líder socialista repitió sin descanso —su primera intervención se prolongó 80 minutos— fue la petición de "unidad", porque no cabe "perderse en debates menores y rencillas estériles" en un "escenario inédito". "Solicito unión, solicito apoyo. No me parece que pedir apoyo y unidad en medio de una pandemia y una guerra en Europa sea demasiado pedir. En tiempos excepcionales, unidad y soluciones extraordinarias. Lo hemos intentado a lo largo de estos últimos 26 meses, no siempre con el consenso que hubiera sido deseable. Hagámoslo posible esta vez. Se lo pido por el bien de España y de Europa", llamó Sánchez a los grupos, especialmente al PP, a punto de culminar el relevo en su liderazgo y el aterrizaje de Alberto Núñez Feijóo.

Realmente, la materia prima del discurso de Sánchez fue esa, la apelación a la unidad interna. Para responder a la contienda en Ucrania y también para asumir el giro en el Sáhara, que definió como un "posicionamiento claro", una "profundización" en la posición de España. La Moncloa perseguía apuntalar ese mensaje, no lanzar nuevos anuncios de calado, que de hecho no los hubo, una vez adelantara las líneas maestras del plan de choque el lunes en Madrid, este martes lo aprobara el Consejo de Ministros y este miércoles lo publicara el BOE (160 páginas). "Nuestra voluntad unitaria en la aprobación y en el desarrollo de este plan, tan necesario como ambicioso, es rotunda".

El PP parafrasea

El jefe del Ejecutivo recurrió en varios momentos a la épica, al relato de las plagas que ha tenido que afrontar la coalición desde el arranque de su andadura. "Tras una pandemia mundial, varias calamidades naturales, incluida la erupción de un volcán y ahora con una guerra en Europa, podemos preguntarnos: ¿qué más tiene que ocurrir para responder unidos? Europa lo ha entendido, España debe entenderlo. Y el Gobierno se volcará en lograrlo", señaló, reiterando su llamamiento de hace dos días, palabras que parafraseó la coordinadora del PP, Cuca Gamarra, con su "¿qué más tiene que ocurrir para que el presidente cumpla su palabra?".

Como mensaje a los grupos, que se quejan de que el decreto decaiga el 30 de junio, Sánchez recalca que el plan de emergencia "no es definitivo", sino "abierto y dinámico"

Y es que la pugna con los conservadores sigue en el mismo punto: las rebajas fiscales, que ellos exigen y que recuerdan que vertebraron el acuerdo con las autonomías en la Conferencia de Presidentes en La Palma y que para el Ejecutivo es un compromiso cumplido. "Coincido con usted, es muy importante la unidad, sobre todo en materia exterior, aquí nos tiene, lo que le pregunto, ¿es usted capaz de garantizar la unidad en su Gobierno?", siguió atizando Gamarra. "Todo se resuelve para ustedes bajando impuestos, aunque cuando están en el Gobierno los suben", contestó Sánchez en su réplica, recordando que su Gabinete sí bajó la fiscalidad del recibo de la luz en un 60%. Pero añadió una razón más ideológica para no profundizar más: "Es suicida desarmar al Estado del bienestar que debe actuar para defender a los más vulnerables. Ustedes están en el sálvese quien pueda, y nosotros en el todos a una".

Para Sánchez, no es justificable la división porque el momento es crítico, porque la UE y los aliados de la OTAN han operado con unidad y eso es lo que más está dañando a Vladímir Putin, porque el mundo se enfrenta a una "emergencia que definirá a España y a Europa en las próximas décadas". El presidente no ahorró dramatismo: "La seguridad y el bienestar de España están en riesgo si no actuamos con rotundidad y determinación". No lo por la acogida de refugiados o la crisis energética, sino porque el "órdago" del autócrata ruso es una "amenaza de desestabilización global" que afecta al curso de la guerra y puede llevar "al peor de los escenarios, como una larga posguerra". De ahí su apelación a la "inteligencia" de las fuerzas políticas para entender "la gravedad" de la coyuntura.

La hondura de la crisis es de tal calibre, por tanto, que el plan de choque aprobado por el Consejo de Ministros (y que aún debe ser convalidado por la Cámara), "no es definitivo". Es "abierto y dinámico", dijo, al tiempo que agradeció las aportaciones de los grupos, de los agentes sociales, de los sectores más afectados y de las comunidades. El deseo del Gobierno es que la contienda "dure el menor tiempo posible" y se vuelva cuanto antes a la "normalidad de la recuperación" que se había iniciado. "Pero si esto no fuera así, si la guerra se alargara, y tuviera otro tipo de consecuencias, el Gobierno de España no dudará en actuar de nuevo", prometió, también como mensaje a los grupos. Socios como ERC ya anticiparon que no entendían que el elenco de medidas dure solo tres meses. "¿Es que en junio se acaba la crisis, se acaba la guerra?", se preguntó en la tribuna el portavoz republicano, Gabriel Rufián. Sánchez, en su réplica, enfatizó que nada está cerrado y que este Gobierno "es el mismo" que peleó por los fondos europeos, el que aprobó los créditos ICO o los ertes, el que apuesta por endurecer el recorte a los beneficios caídos del cielo y el que "por primera vez" obliga a las petroleras a poner de su parte para rebajar el precio de los combustibles.

El presidente alega que el "mal dato" de la inflación de marzo "en un 73% se explica por el desbocado precio de la energía y los alimentos no elaborados"

Al Ejecutivo aún le queda un segundo trámite, que la propuesta de Madrid y Lisboa para topar el precio del gas se mande a Bruselas esta semana —no dio más detalles— y que la Comisión dé su visto bueno "en un plazo muy breve". En cuanto el Gobierno tenga su conformidad, la medida será llevada al BOE, "con efectos inmediatos sobre las facturas de la luz". Ello permitirá "doblegar la curva" de los precios y "estabilizar la evolución del coste de la vida". Sánchez alegó que el "mal dato" de la inflación conocido este miércoles (9,8%) "en un 73% se explica por el desbocado precio de la energía y los alimentos no elaborados, todo ello exacerbado por la guerra de Ucrania".

Por lo demás, Sánchez repasó el conjunto de medidas comprendidas en el plan de choque y glosó los acuerdos de la cumbre de la OTAN y del Consejo Europeo de la semana pasada. Y se refirió a una polémica medida con la que discrepa Unidas Podemos: el aumento del presupuesto en Defensa. El presidente cree "impostergable" ir acercándolo al 2% del PIB que España se comprometió en la cumbre de la Alianza de Gales de 2014. Eso sí, no será un incremento "súbito", porque el ministerio ni siquiera tendría "capacidad de absorber todo ese recurso ingente", sino "progresivo". "Nuestra seguridad está amenazada y por eso debe reforzarse. Todo ello tiene un coste que, por supuesto, acompasaremos con nuestras prioridades nacionales, que tienen un fuerte acento social", justificó.

"Sentimiento de orgullo"

Sánchez enfrentó las mayores críticas por el giro en el Sáhara, no tanto por el electo de medidas aprobadas por el Ejecutivo. "Es difícil oponerse", convino el portavoz de Compromís, Joan Baldoví. Eso sí, los grupos sí le reprocharon que hubiera tardado en alumbrarlo, su alcance o su duración. Dura fue Gamarra, porque los conservadores piden más ambición y ven un "batiburrillo" de iniciativas que no bastan para paliar una crisis energética que recuerda a la de 1973. Para Vox, la culpa de la crisis energética y la "hiperinflación" la tiene "la sumisión al fanatismo climático" que profesan el resto de partidos, en palabras de Santiago Abascal.

Unidas Podemos reivindicó su permanencia en la coalición precisamente por un decreto ley, dijo Pablo Echenique, que tiene su huella, aunque la cara b sea transigir con un viraje con Marruecos "difícil de justificar" y que los morados no comparten en absoluto. Con el plan de choque, añadió, "vuelve el sentimiento de orgullo" por formar parte de un Ejecutivo que toma "decisiones valientes" para proteger a los ciudadanos. El portavoz sí echó en falta una reforma fiscal (que Hacienda ha aplazado sine díe) y pidió un tope al gas "lo más bajo posible". Echenique soliviantó a la bancada del PP al advertir de que quizá pueda hacer un voto táctico "para intentar seguir construyendo" que su nuevo líder, Alberto Núñez Feijóo, "aunque tenga amigos narcotraficantes, es un ser muy moderado". "Hay fotos, hay fotos", replicó el diputado al alboroto de los conservadores. Se refería a las imágenes que en 2013 publicó la prensa de Feijóo con el contrabandista Marcial Dorado en los noventa, ambos de vacaciones.

La reforma fiscal también la reclamó Bildu, igual que ERC demandó "cambios estructurales y no coyunturales", y que aproveche el Gobierno para hablar de "impuestos a los ricos", porque ahora tiene "a huevo" gravar los beneficios de las eléctricas, las petroleras y las grandes fortunas.