El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha situado este miércoles la necesidad de "estabilidad y seguridad" para Ceuta y Melilla en el centro de su decisión de admitir tácitamente la marroquinidad del Sáhara Occidental. De hecho, el objetivo de seguridad para las dos ciudades españolas en el norte de África "ha primado en el trabajo desde hace 10 meses con Marruecos", ha dicho. Ha sido un "trabajo diplomático silencioso", en el que ha reconocido que durante ese periodo no ha habido "prácticamente ninguna comunicación" con el país vecino.

Visitando Ceuta, durante su primera comparecencia ente los medios desde que trascendiera que respalda el plan marroquí de autonomía para el antiguo Sáhara español, Sánchez ha asegurado que la nueva posición del Gobierno de España ante el conflicto del Sáhara Occidental "está en el marco de Naciones Unidas". El "acuerdo" reconoce el protagonismo "de las partes afectadas" y sigue "la posición de otras naciones muy potentes de Europa, como Francia y Alemania". Esta nueva posición, ha dicho, asegura para Marruecos y España "una relación sólida basada en el respeto mutuo y en la integridad territorial de ambos países".

El presidente ha subrayado tres veces el concepto de "integridad territorial". Y lo ha vinculado a la seguridad y estabilidad de las ciudades del norte de África. De hecho, el objetivo de seguridad para Ceuta y Melilla "ha primado en el trabajo desde hace diez meses con Marruecos", un "trabajo diplomático silencioso", en el que, ha reconocido, en ese periodo no ha habido "prácticamente ninguna comunicación" con el país vecino.

Socios clave

Sánchez ha calificado a Marruecos de "socio vital, estratégico", con el que España no debía "continuar una relación insostenible". Se ha referido así a la creada en torno a la anterior postura de España ante el Sáhara -partidaria de un referéndum de autodeterminación para los saharauis visado por la ONU- y precipitada con la avalancha de 12.000 inmigrantes que entró en Ceuta el 18 de mayo de 2021. Fue "una situación extrema y muy compleja", ha recordado.

Preguntado si fue avisada Argelia de este cambio de posición ante el Sáhara, Sánchez no lo ha aclarado y ha eludido comentar la nueva tensión con el principal suministrador de gas a España. Se ha limitado a sostener que "con Argelia tenemos también unas extraordinarias relaciones. Para España Marruecos y Argelia son socios que son aliados en muchos ámbitos, y estamos convenio de que vamos a seguir siéndolo los próximos años".

El presidente ha realizado una gira por Ceuta y Melilla, los puntos de España donde mejor acogen el cambio de rumbo diplomático, aprovechando el viaje para lanzar sus primeras explicaciones públicas sobre el polémico giro que ha dado a la diplomacia española "no solo para cerrar una crisis, para abrir una relación mucho más fuerte, adaptada al siglo XXI, donde se garantiza el respeto mutuo y la integridad territorial de ambas naciones"

Expectantes

En esta misma jornada, el Frente Polisario deplora allá donde puede el giro diplomático español, y mantiene el comunicado con que hace cuatro días tildó la nueva posición del Gobierno de España de "desviación peligrosa" y cesión al "chantaje marroquí".

Mientras, en el Congreso, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha defendido el cambio de postura argumentando a favor de desencallar la cuestión del Sáhara, "que dura 46 años, demasiado".

Las dos ciudades hispano-africanas que visita Pedro Sánchez viven un intenso estado de expectación sobre una próxima reapertura de las fronteras y un regreso a la normalidad que daba vida a ambas urbes antes de marzo de 2020: cerca de 30.000 trabajadores, comerciantes y operarios autónomos marroquíes entrando y saliendo a diario en cada villa para prestar servicios en la ciudad o surtirse en sus comercios, que llevan dos años sometidos a los cortos límites del mercado local. Quién sabe incluso si la reactivación de las obras paradas de las urbanizaciones turísticas de las provincias de alrededor, en Tetuán y Nador. E incluso, puestos a esperar, el fin de la constante tensión anticipatoria de oleadas humanas africanas bajando del Gurugú hacia Melilla o calculando la distancia a nado desde la playa de Castillejos, cara a Ceuta. 

En Melilla, Sánchez ha asegurado en rueda de prensa que espera que la frontera se reabra "muy pronto", y por eso mismo grupos de personas le gritaban "gracias" desde la acera frente al hospital universitario, la infraestructura en obras que ha visitado en la ciudad.

"Te quiero dar las gracias", le ha dicho a Sánchez en Ceuta el presidente de la ciudad autónoma, Juan Jesús Vivas, cuando ambos han terminado la visita a las obras de la nueva terminal portuaria (una inversión de 24 millones de euros) y la ceremonia de firma en el libro de honor de la Asamblea local. Vivas considera que ahora "la estabilidad y la seguridad y la integridad de Ceuta está garantizada por el Estado", y que la nueva situación "transmite una confianza absolutamente necesaria para construir entre todos el futuro que Ceuta y los ceutíes se merecen".

El que viven Ceuta y Melilla es un estado de expectación que para la agitación vía whatsapp de Vox es “un error eufórico” previo a un desengaño. Así lo advertía este martes al anochecer una cadena de mensajes movidos por el entorno de la formación ultraderechista en Melilla. Ciertamente, la derecha -y también la izquierda- de la ciudad no olvida que los libros de texto que educan a los escolares en Marruecos muestran mapas del país con Ceuta y Melilla como parte de su territorio. La expectación se mezcla con un recelo imborrable, porque cierta sensación de asedio forma parte de la personalidad histórica de ambas ciudades.

Ceutíes y melillenses especulan con la previsión más extendida, a falta de anuncio oficial, de apertura de la frontera para después de Ramadán -o sea, mayo, un mes antes del comienzo de la Operación Paso del Estrecho que se espera vuelva este año- y acaso con aperturas parciales previas para trabajadores marroquís con contrato en el lado español.