La falta de confianza de los barones en Pablo Casado y la inquietud por el ascendente que tiene sobre él, Teodoro García Egea, fue la razón por la que la noche del martes le obligaron a que prometiera, blanco sobre negro en un comunicado, que no se presentaría al congreso extraordinario. El bloque inicial en torno a Alberto Núñez Feijóo, al que se ha sumado después todo el partido, creen que el exsecretario general continúa "enredando" para torpedear la llegada del gallego a la presidencia del partido. Con el propósito de zanjar la etapa de Casado en el PP se le reclamó este compromiso, después de cerrarse en banda a firmar su dimisión, como le pidieron de manera unánime y que tampoco aceptara despedirse en la Junta Directiva Nacional.

Rechazó estas dos opciones y sólo se mostró partidario de oficializar su marcha en el congreso extraordinario de los días 2 y 3 de abril, que se celebrará en Sevilla "para reforzar a Juanma Moreno de cara a las próximas elecciones andaluzas". Casado y su entorno, según fuentes conocedoras, esgrimieron razones "emocionales" para enrocarse en esta salida. "Me nombró un congreso, me marcho en un congreso", defendió. Esa fue su posición y "no se movió de ella". Al final se le permitió porque "no cedía y era necesario desbloquear la situación" para poner fin a la crisis interna que desangra el PP. Pero tuvo que dejar claro que no sería candidato al cónclave extraordinario. "A estas altura, no nos fiamos de nada, antes de terminar la reunión tenía que quedar todo atado y bien atado", asegura un dirigente territorial. "Las palabras no bastan".

Pero, qué sentido tenía la insistencia en incluir que no se iba a presentar al congreso, cuando su figura política acaba tan devastada. Las fuentes consultadas sostienen que está rodeado de un "entorno tóxico", en referencia sobre todo a García Egea, y consideraban que era fundamental atajar esta vía.

Hasta el domingo, explican, él seguía defendiendo, en la ronda de llamadas que mantuvo con los barones, que habría un congreso, pero el que tocaba en julio, y que sería candidato. En el propio comité de dirección del lunes insistió en que no entendía qué había ocurrido y que se solucionaría ante la atónita mirada de sus miembros. El hecho de que el fin de semana rechazara la petición de prescindir de su secretario general, como contrapartida para seguir en el cargo, tampoco contribuyó a que mejorara la imagen sobre él. Y en el encuentro del martes no acababan de convencerles las razones de índole personal porque, en ese caso, lo lógico habría sido marcharse ya y desaparecer del foco público. Es cierto que algunos miembros de la reunión reconocían su derecho a "una salida honrosa" y que llegara como presidente saliente al congreso.

Aún así, por toda esta desconfianza acumulada y el temor a que lo que queda del antiguo aparato de Génova se organice contra el presidente de la Xunta es lo que llevó a incorporar su renuncia en el comunicado y a propiciar que desde su entorno se difundiera que "Casado ha pedido a Feijóo que se presente al congreso extraordinario". De este modo, si teóricamente se lo ha solicitado él, no el todavía dirigente del PP no podrá avalar a otro aspirante.

Sí la reunión se alargó más de cuatro horas fue porque él se empeñó en negar que no había motivos para dejar su cargo y porque previamente había un acuerdo de los principales barones para "no salir de Génova sin los compromisos firmados y una declaración para los medios de comunicación". Aunque se trata de edulcorar el encuentro uno de los presentes reconoce que fue "violento". Es más, algunos dirigentes insisten en que "se enrocó por completo" y hubo momentos en los que insistió en que no iba a dimitir ni a ceder de ninguna manera. Al final, el acuerdo implica que no haya dimisión como tal, sino un congreso de urgencia en el que no se presente. Pero, distintos dirigentes territoriales, reconocen que hubo "reproches muy fuertes" y momentos de "muchísima tensión".

A pesar del esfuerzo de la mayoría por destacar "el trabajo de altura" y "la responsabilidad" de encontrar una vía común por unanimidad, la realidad es que el partido queda muy tocado después de esta situación.

La sombra de las posibles maniobras de García Egea se ha extendido por algunos territorios, intranquilos ante la posibilidad de que cualquier movimiento echara a perder esa unidad en torno a Feijóo. Algunos reconocen dudas sobre si se trata “más de enredo o de capacidad de acción” pero, en todo caso, desconfían de las intenciones del hasta ahora secretario general.

Movimientos como un encuentro que tuvo García Egea el mismo martes con algunos diputados del grupo parlamentario (los poquísimos que no se unieron al escrito que pedía un congreso extraordinario) alimentaron esas sospechas, como también su afirmación en ‘laSexta’ de que existían posibilidades de que hubiera alguna candidatura alternativa. “Siete y medio sobre diez”, llegó a decir el escudero de Casado sobre las opciones de que alguien rivalizara contra Feijóo.

Sin embargo, en el sector casadista del Congreso ven improbable ese movimiento. Algunos de los que se han mantenido fieles descartan que haya una operación puesta en marcha como tal y consideran que “las circunstancias” le obligan “a asumir la nueva realidad”. No solo eso. A pesar de su fidelidad a la dirección nacional entienden que el partido corre el riesgo de romperse si realmente prosperara una intentona similar.

A pesar de que los líderes territoriales cerraron filas con Feijóo, “no hay fisuras” insisten los asistentes a este periódico, cargos de distintos niveles reconocen que el partido ha quedado “muy herido” tras la crisis interna. Y que “ese dolor” y “las heridas” tardarán en cicatrizar. Lo principal, siguen manteniendo, es que haya una sola candidatura, la del presidente de la Xunta, que aúpe las siglas populares.