Tic, tac. Cinco días restan para que el Congreso debata y vote la reforma laboral. Una sesión crucial en este ecuador de legislatura y aún no resuelta, aunque los dos socios del Gobierno confían en sacarla adelante, aunque las cuentas que socialistas y morados manejan no son las mismas. Mientras que estos no contemplan otra opción que aprobarla con los socios de investidura, el partido de Pedro Sánchez abre el abanico y llama a "ensanchar mayorías", sin despreciar en absoluto los apoyos de los nueve diputados de Ciudadanos. Es más, a día de hoy, el escenario más factible es una votación ajustadísima y que el decreto ley resulte convalidado gracias al respaldo de los de Inés Arrimadas y de pequeñas formaciones.

El presidente aprovechó su primera parada en la campaña de Castilla y León, este sábado, y en Zamora —aún protagonizará tres mítines más hasta el cierre, en León, Soria y Valladolid—, para redoblar la presión sobre los grupos. Para insistirles en que ha de refrendar el texto, porque es un "acuerdo" y no una "imposición", como ocurría cuando gobernaba el PP. Un mensaje que volvió a extender hacia el PP: ya se lo dijo a Pablo Casado en la llamada que este le hizo el miércoles para preguntarle sobre Ucrania: Sánchez le reclama el voto a favor o, como mínimo, la abstención. Pero no la tendrá.

El líder del Ejecutivo, que cerró el mitin tras el candidato y líder regional, Luis Tudanca, y su cabeza de lista por Zamora y número dos del PSOE castellanoleonés, Ana Sánchez, recordó que la moción de censura contra Mariano Rajoy en 2018 era algo más que una "moción contra la corrupción" del PP. También supuso "una nueva etapa en la forma de hacer política", marcada por la distensión y el diálogo. También con los agentes sociales, entendimiento del que el Gobierno, en un tiempo prácticamente yermo en pactos con el PP, ha hecho bandera. El diálogo social, señaló, "no es solo un medio, sino un fin". "No imponemos, nosotros acordamos, y lo hacemos porque gobernamos para las mayorías sociales de nuestro país, que se sienten mejor representadas en los acuerdos, y no en las imposiciones", remarcó.

Así, repasó los acuerdos con la comunidad educativa, con el feminismo al impulsar la renovación del pacto de Estado contra la violencia de género, con los pensionistas... y "con los trabajadores, aprobando una reforma laboral que pone fin a la contrarreforma de 2012 y 2013" del PP. A los populares, precisamente, les exigió a continuación que voten a favor o se abstengan. "Que lo hagan, porque este no es el acuerdo del Gobierno, tampoco es el acuerdo solo de la patronal o de los sindicatos. Es el acuerdo de todos nosotros. De la patronal, de los sindicatos, también del Gobierno de España. No es el acuerdo que hubiese querido el PSOE, ni el que hubiesen querido los sindicatos o los empresarios. Pero precisamente por eso, porque es el acuerdo en el que nos sentimos representados todos, es el acuerdo que merecen los trabajadores", defendió.

Al PP: no al "doble error"

Sánchez apeló de palabra al PP, pero su mensaje estaba dirigido también a las demás fuerzas. Como ya afirmara el pasado miércoles en la Moncloa, tras su reunión con la primera ministra finlandesa, la socialdemócrata Sanna Marin, el Gobierno considera que ya hizo su trabajo, que era "reconstruir los consensos rotos" por los conservadores, y ahora que el acuerdo está tejido, el Congreso no puede destejerlo. De ahí que los socialistas repitan con rotundidad que no quieren tocar ni una coma, ni aceptan la opción, que ofrece la vicepresidenta Yolanda Díaz a los socios, de modificar puntos del mercado laboral por fuera del decreto. Esgrimen que todo retoque habrá de hacerse siempre con el consenso de empresarios y trabajadores. El presidente no quiere arriesgarse a que la patronal se descuelgue, y esta ya ha trasladado que no tolerará ningún cambio. De ahí que Sánchez defendiera este sábado en Zamora el acuerdo como un punto de equilibrio entre todas las partes, que a todas "representa" y que se merecen "los trabajadores", en un aviso claro a las fuerzas de izquierda, que consideran que los avances que contiene el texto son insuficientes.

La reforma laboral, explicó a los militantes y simpatizantes, combate los dos principales males del mercado de trabajo, la precariedad y el paro estructural. "Por tanto, yo le digo al PP, fue un error imponer en los años 2010 una contrarreforma que devaluó los salarios y precarizó las relaciones laborales. Que no cometan el doble error de votar en contra de una reforma acordada entre los agentes sociales y el Gobierno", azuzó.

Más en clave de campaña, Sánchez hizo hincapié en las diferencias de gestión entre el PSOE y el PP, en el distinto modo de salida de una crisis. Si con Rajoy "cada Consejo de Ministros era un retroceso, un recorte social", ahora, cada reunión del Gabinete supone "un recorte menos y un avance social más".

Recordó que en las últimas dos semanas se ha aprobado el cheque vivienda para los jóvenes y la revalorización de las pensiones, y el próximo martes el Consejo dará luz verde, para su remisión a las Cortes, al proyecto de ley de vivienda, la primera con carácter estatal de la democracia, para que la vivienda "sea un derecho, el quinto pilar del Estado del bienestar", y facilite la emancipación de los jóvenes. Expresó su "compromiso rotundo por crear un patrimonio público de vivienda" y su decisión de prohibir "lo que hizo el PP": así, se impedirá por ley vender vivienda pública a fondos buitre. "Se puede salir de las crisis avanzando en derechos, ensanchando libertades", presumió. El Consejo General del Poder Judicial emitió el pasado jueves su informe negativo del texto por 15 votos a seis.

"Deja de dar buenas noticias al PP"

Sánchez también se afanó en derribar la imagen negativa que el PP vierte del Gobierno y de su gestión. Para el presidente, el crecimiento de la economía en 2021 de un 5% (lejos de la previsión del Ejecutivo, del 6,5%), es "el mayor en veinte años", igual que el 13,3% de tasa de paro con que acabó el año y los más de 20 millones de ocupados, muestran que España "no está en bancarrota", como apuntan los populares. "No dediquemos ni un segundo a esta oposición negacionista que niega hasta la realidad. España está caminando y avanzando hacia la legislatura del empleo, del empleo y del empleo. En eso estamos en el Gobierno".

"Casi te pediría piedad, Pedro", ironizó Tudanca, "deja de dar buenas noticias al PP". "Un partido que está convencido de que las buenas noticias para su país son malas para ellos es un mal partido para España —apuntaló—. No puede ser que no se alegren cuando nos va bien".

La "fórmula de la socialdemocracia", reivindicó, ha funcionado para salir de la crisis de manera "más justa", y también gracias a un Ejecutivo "ejemplar con los bolsillos de cristal". Los socialistas intentan que los electores no olviden que si el presidente de Castilla y León, el popular Alfonso Fernández Mañueco, anticipó los comicios fue por el adverso calendario judicial por la "corrupción" de su partido.

El líder del Ejecutivo también subrayó el compromiso y la sensibilidad de su Gabinete hacia comunidades como la castellanoleonesa. Con el abordaje, por ejemplo, de la despoblación, a la que ha destinado 11.000 millones de euros en dos años, o con la descentralización de instituciones públicas en provincias como Soria o Segovia o el impulso del cuartel de Montelarreina en Zamora. Sobre este proyecto, Sánchez adelantó que en "próximas fechas" el Consejo de Ministros lo declarará de "interés de defensa nacional" para que se puedan poner en marcha cuanto antes los 20 millones de euros que están consignados en los Presupuestos del Estado. Además, recordó que, al final de legislatura, el bipartito habrá invertido en Castilla y León "un 26% más de recursos de lo que invirtió Rajoy". Datos con los que pretendía combatir uno de los mensajes repetidos por Mañueco, que el Gobierno castiga la región.

"Cambio y esperanza"

Sánchez pidió a sus simpatizantes que se movilicen, que "nadie se quede en casa", que se llenen las urnas "del grito de cambio y esperanza" —'Cambio y esperanza' es el eslogan de Tudanca para el 13-F—, grito que "ganó en 2019", en aquellas autonómicas tras las que el PSOE no pudo gobernar por la alianza de PP y Cs, hoy rota.

El candidato socialista en los comicios del 13 de febrero quiere despertar la ilusión de aquellos que apostaron por el cambio hace tres años, incluso los que abogaron por la "regeneración" y confiaron en Cs, que acabó asociándose con los conservadores. Además, Tudanca busca que en campaña se hable de Castilla y León, y ahí cree que su partido está fuerte por todo el trabajo hecho. Y reprocha al PP que pretenda convertir la lucha autonómica en una contienda electoral: Mañueco, pues, convocó las elecciones por las "batallas orgánicas" de su partido. "El argumento es llevar a Pablo Casado a la Moncloa. Mañueco, si no vas a llegar a la Junta, estás tú como para llevar a alguien a Moncloa. Si nos hiciera fata un argumento más, ese es uno". "Arrodillaron nuestra tierra por los intereses espurios de Génova", completó la vicesecretaria general del PSOE regional, Ana Sánchez.

Los socialistas consideran que el cambio es necesario tras 35 años ininterrumpidos de gobiernos del PP que no han hecho sino agravar problemas como el de la despoblación. "Ya basta de diagnósticos, de lamentos. Sabemos cómo estamos, el drama que han provocado. Queremos hablar de soluciones para Castilla y León", advirtió el candidato.

El PSOE fía el resultado del 13-F a que no sumen PP y Vox, una opción que arrojaba la encuesta del CIS, aunque no otras de institutos privados. Lo verbalizó Tudanca en Zamora: "O hay Gobierno de PP y Vox o hay Gobierno del PSOE, por eso hay que ir a votar", llamó. La dirección estima que si las dos derechas no alcanzan la mayoría absoluta, se abre un escenario favorable, ya que el líder podría recabar apoyos de Unidas Podemos, Ciudadanos y pequeñas formaciones, como España Vaciada o Unión del Pueblo Leonés (UPL).